Capítulo 13: Por favor

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Conan

—Hmm...

Me sentía agotado, confundido y algo adolorido.

¿Qué ha pasado?

Enseguida logré escuchar unas voces a la distancia prácticamente irreconocibles para mí.

¿Dónde estoy?

Ah. —en algún momento pude reconocer las voces, las chicas; el tío; el Profesor; los niños... Shiho...

¡Shiho!

Mierda, ¡la avalancha!

¡¿Quedaron atrapados conmigo?!

No.

No.

No.

No.

Tengo que salir de aquí, Shiho me espera. —pensé exaltado tratando de moverme. —No puede ser, ¡no puedo moverme!

¡¡Tengo que hacer algo!!

Narrador

Todos los buscaban desesperados y con los nervios de punta, sin poder lograr nada todavía.

Los nervios y el miedo era lo que más se podía ver con claridad en todos, era simplemente una sensación de nerviosismo en el que obviamente no podían estar quietos y era algo normal para ellos pues debían buscar a un querido amigo. La tensión muscular, el corazón latiendo cual motor y los pensamientos oscuros que no podían evitar pasar por sus mentes; para algunos la falta de aire estaba presente debido al propio miedo y terror, no eran capaces de recordar cómo respirar con normalidad.

—¿Cuántos minutos lleva? ¿Cuánto tiempo ha pasado? —preguntó Kogoro con los nervios, puesto que a pesar de sus quejas y sus malos tratos al detective miniatura, en verdad lo quería casi como un hijo.

El profesor Agasa miró su reloj tratando de verificar el tiempo en el que se hundió el pequeño, los nervios no lo dejaban pensar con la rapidez requerida del momento; amaba a ese niño-adolescente del que vio crecer y encoger.

—Once minutos y cincuenta segundos. —afirmó rápido Haibara acercándose a todos, se podía apreciar un leve temblor en su voz debido a los nervios y en realidad era normal ya que ella era la más desesperada en el lugar. —Hace casi doce minutos que se desplomó la avalancha.

—¿Qué dices? —soltó aterrado Kogoro.

—Eso significa... —murmuró impactada Sonoko.

—Tenemos solamente tres minutos hasta llegar a los quince, que es la hora límite. —exclamó preocupado Agasa, tenía miedo, mucho miedo.

—¡No puede ser! —casi gritó alterada Ran.

—Todos, ¡vamos a buscar a Edogawa! —ordenó la pequeña, poniéndose al mando puesto que todos los adultos no pensaban ni estaban en sus cabales; si ella era sincera, ella tampoco estaba bien pero trataba de mantener la mente fría debido a la esperanza de esos tres minutos.

Ai

Vamos, vamos, solo un poco más. —pensé alarmada buscando entre el lugar.

A Ran se le ocurrió una gran idea, llamó al celular de Conan.

—¡SILENCIO! —ordené de inmediato mandándole una mirada asesina a todos.

No demoramos mucho para escuchar la música que tenía por timbre de llamada de Conan.

15 minutos de silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora