*38* "TE QUIERO"

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3 días después…

Charly
Ese malparido logró escapar, esos tombos si que eran unos inútiles, no servían para nada. 
Ya pasaron 3 días desde que supe la verdad y todavía ni siquiera había ido a ver a Yeimy. Primero iría a reunirme con la rata de Manín, necesitaba saber exactamente qué planeaba hacer. Pero ahora sí que no pondría en riesgo a Yeimy de ninguna manera, esto era entre él y yo. 
Me llegó la ubicación de su escondite, dizque me contaría el plan que tenía contra Yeimy.

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– ¿Qué hubo tío? 

– ¡Sobrino bello! – con brusquedad acarició sus hombros. 

– Ya, tío, no jodas. – se apartó. Y al ver tragó se sirvió uno. – Más bien decime, ¿qué hacemos con esa carechimba? 

Bebió un sorbo, mientras veía la sonrisa macabra de Manín. 

– Quemarla… – una risa hizo eco. 

Aunque tenía muy claro que eso no pasaría, incluso sintió un escalofrío al escucharlo. 

– ¿Qué? – dijo Manín. – ¿No te parece o qué? 

– Me parece perfecto, tío. Esa piroba tiene que pagar muy caro lo que le hizo a mi mamá. 

– Muy bien, mijo. Pero cuidadito con el garfio, no vayas a ser tan bobo de caer en sus encantos de nuevo. 

– No me jodas. ¿Vos crees que después de lo que pasó la voy a perdonar? – fingió rabia. 

Rió. 

– ¿Qué? ¿De qué te reís? 

– Al fin tenés los pantalones para joderla, Charly. 

Volteó los ojos. 

– Bueno, ¿Entonces qué tengo qué hacer? 

– Sencillo, como sea me la llevas a una cabaña que tengo bien apartada de la ciudad. 

Frunció el ceño.

– ¿Y qué más? 

Rió. 

– Ya te dije que la voy a quemar viva, esa maldita perra va a sufrir hasta su último aliento, desgraciada. – dijo con rabia. 

Tragó saliva. 

– Hacele, tío. – fingió una sonrisa. 

Luchaba por no matarlo ahí mismo, mientras escuchaba todo el plan y las ganas que tenía de verla morir, le fingía sonrisas. 

– Te voy a hacer sufrir… maldito psicópata. – pensó.

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Ahora sí, ya no me aguantaba más, necesitaba ir a buscar a mi princesa. Me armaría un escándalo, me gritaría, me golpearía, pero no me importaba, necesitaba arreglar las cosas con ella. 

Llamé a la puerta muy nervioso a su reacción, pero ni modo, ya estaba acá. 

En cuando lo vió, su expresión cambio. – ¿Qué querés? 

Mostró el ramo de rosas que traía tras su espalda y se acercó a ella. 

– Pedirte perdón, princesa. – le extendió las rosas, mientras Yeimy trataba de mostrarse lo más fría posible. Aunque lo único que quería era reír al ver su cara cachorro arrepentido. 

– Pedirme perdón… ¿Por qué? – le dijo seria. 

Se alejó de él y se fue a sentar tranquilamente en el mueble. 

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