VENDETTA

*41* "LIBRE"

8 meses después…

– Papá… – balbuceó Ángel. 

– ¿Cómo me dijiste, mi amor? – dijo Charly emocionado. 

Lo acunó en los brazos, jugando con él, le hizo cosquillas, provocando que el niño riera. 

– Hijo mío, no sabés lo feliz que me haces. – lo besó. 

Alzó la mirada, y conectó con sus ojos oscuros. Yeimy los miraba enternecida, mientras sonreía viendo la felicidad de su hijo. 

– Princesa hermosa, vení pues… – le extendió la mano y ella la tomó. 

– ¿Qué pasó, princeso? 

– Dame un besito ome, desde que llegaste ni bolas me paraste pues. 

Le sonrió y besó fugazmente sus labios. 

– ¿Cómo crees? – le dió otro pico. – Solo estaba viéndolos. 

– Ustedes me hacen el hombre más feliz del mundo, mi amor. Ya quiero salir de este roto, estoy mamado de estar acá. 

– Charly… Tenés que estar tranquilo, llevas todos estos meses peleando con otros presos, quédate sano pues. 

– Me provocan princesa, tampoco me voy a dejar de esos carechimbas.

– Escuchá… – lo acarició y le dijo: No quiero que te pase nada, Charly. Mirá cómo mataron a Lucio, si seguís peleando te van a dar piso, por favor quédate frío ¿Si? 

– Está bien… – dijo sin estar de acuerdo. – Igual a ese pirobo lo mataron por deberle plata a un narco, tranquila que yo voy a estar bien. 

– No, júrame que vas a estar tranquilo Charly. No seas tan imbécil de caer en las provocaciones de esos tipos por favor. 

Sonrió. No le hacía falta nada más para comprobar lo mucho que ella lo quería. Aunque aún no se lo había dicho de frente, con sus acciones se lo demostraba.

– Te lo juro, mi vida. ¿Si? No me voy a meter en más problemas. – posó un beso en sus labios. 

– Bueno… Eso espero, Charly. – lo señaló con el dedo. 

– Que sí, te lo juro..¿Si? Además… no te lo había dicho, pero… – sonrió. 

Frunció el ceño. 

– ¿Qué cosa? 

– Carolina consiguió una nueva audiencia. En unos días quizás esté libre. 

Su corazón latió con más velocidad, mientras una inmensa sonrisa se formaba en sus labios. 

– ¿En serio? – dijo emocionada y se lanzó a besarlo. 

– Si, princesa… – le decía entre besos. 

– Los pelados van a estar muy felices, te extrañan mucho. 

– Papá… – balbuceó el niño.

– ¿Mijo, escuchaste? Pronto vamos a estar siempre juntos, Angelito. – lo besó. 

Si todo salía bien, al fin podrían estar todos juntos y felices, solo faltaba la decisión de un juez. 

– Princeso, ya tenemos que irnos. – tomó al bebé y lo acomodó en el cochecito. 

– Se te olvida algo pues.

La sujetó de la cintura, jalándola hacia él, y pegaron sus labios. Fue descendiendo hasta alcanzar su trasero, mientras seguían besándose, empezó a masajear la zona.