Capítulo 16

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Inocente.

Camille.

—Me parece bastante infantil, Camille, la caída de las faldas son espantosas, por no mencionar que no hay nada nuevo en la colección, solo algo más de lo que ya se ha visto miles de veces. Tu diseñador tiene tanto talento como mi hija de dos años…

—Es fascinante, Camille —Scarlett se acerca con una sonrisa de oreja a oreja, interrumpiendo las lindas palabras de Ángelo —, los bordados son espectaculares, ya quiero ver esta colección en la pasarela.

Las palabras de Ángelo me hicieron dudar, pero la emoción en los ojos de Scarlett me dieron un rayo de esperanza.

Arthur se acercó y le pasó un brazo por los hombros a Scarlett. Ángelo le dio una mirada de reojo para después mirarme con la altanería a la que me estaba acostumbrando.

—No tienes por qué mentir, Scarlett —se cruzó de brazos —, la colección tiene muchos fallos.

Se supone que André distraería a su padre, pero justo ahora está más enfocado en coquetear con una modelo.

—Si me dijeras esos fallos, los arreglaría sin ningún problema. La colección todavía no está en producción…

—No es necesario, Camille —me interrumpe Arthur —, la colección es justo lo que esperábamos. Te pido que no escuches a Ángelo, últimamente le está pegando fuerte la andropausia.

Scarlett, quién estaba tomando un trago de su copa, empieza a toser. Sello los labios reprimiendo una risa.

Entiendo que Arthur y él habían sido buenos amigos desde jóvenes, aunque a veces parecían más como enemigos, pero no me acostumbraba a que alguien tuviera ese nivel de confianza como para hablarle de esa forma a Ángelo DuBois.

—¿Perdón? —Ángelo lo miró ofendido —. La última vez que revisé eras tan viejo como yo.

Arthur era unos diez centímetros más alto que Ángelo y aunque no era del tipo musculoso, se mantenía en forma. Supongo que su vida relajada y despreocupada, sin haberse comprometido con nadie y haber decidido no tener hijos, le regalaron su escasez de canas y mal humor.

—Eso podríamos debatirlo.

Aprovecho la distracción de Ángelo y me alejó para buscar a Alex. Lo encuentro en el taller, con algunas de las modelos.

El taller es un desastre: volantes, recortes y estampados vuelan por todas partes. Pedazos de tela están tirados por el piso y las modelos platican y ríen mientras esperan su comida.

Alex me da una mirada antes de seguir ajustando un vestido color vino que tenía puesto una modelo. Terminó y le dijo que ya podía quitárselo, la chica caminó hacia los vestidores.

—¿Pasa algo? —pregunta.

—¿No vas a salir? Me han estado preguntando por ti. Los socios aprobaron la colección.

Jugaba con un alfiler entre sus labios y se lo arrebaté antes de que se lo tragara y muriera.

Me sonrió.

—Voy a salir, tengo un lugar a donde ir —afirma.

—Déjame adivinar, ¿Carl?

Me dio un toque con su dedo índice en la nariz con auténtica diversión. Parpadee.

—Cada día me conoces mejor.

—¿No se molesta por tenerte todo el día pegado a él?

Se pasa el metro por el cuello.

God of deception [Libro#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora