Capítulo 28

58 2 0
                                    

Demonio vestido
de traje.

Kian.

—Carla Cabrera tampoco es un punto fácil, es la protegida de Nicolás y, aparte, no pienses que es una santa, tiene cargos por abuso de sustancias y estafa —Afra se pasea por la sala mientras habla —. Tratar de manipularla no es una idea muy viable. Sabe quienes somos y no nos lo dejará fácil.

—En cambio, Danilo odia a Nicolás, podemos ir por ahí. ¿Qué te parece si te encargas de él, Afra? Eres buena sacándole información a los hombres —digo.

Me fulmina con la mirada. Steve, quien está frente a mí con su preciada MacBook, se ahoga con su propia saliva y tose.

—Veré si puedo hacer un hueco en la agenda, también me has puesto a seguir el caso de Seo Jung, pero si no puedo, te avisaré —Asiente.

Mi secretaria toca la puerta. Le ordeno que pase.

—La Agente Smith quiere hablar con usted.

—Dile que entre —pido.

La Agente Smith pasa y nos da una sonrisa, se acomoda un mechón rubio debajo de su gorra. Su concentración se ve afectada por la mirada de Steve y ella se ruboriza.

—¿Pasa algo, Agente Smith? —Afra la mira.

Frunzo el ceño ante su tono mandón. La Agente se aclara la garganta y me mira.

—He encontrado movimientos inusuales en La Habana. Revise los documentos que me mandó con toda la información de la gente de Nicolás Cabrera y muchos de sus hombres entraron en un club —informa —. Aunque parece un lugar normal y van algunas personas a beber, en realidad no es muy conocido. Algo me dice que podría ser una tapadera para un laboratorio, ¿para qué viajarían tantas horas solo para beber una cerveza? No pude confirmar mi teoría porque mi presencia les estaba causando sospechas, pero he recaudado información suficiente; quién entró y salió, las personas que trabajan ahí y potenciales sospechosos

Me acerca una carpeta.

—Bien, me encargaré del resto. Manda la dirección a mi secretaria y sigue buscando.

—Entendido.

La Agente Smith da una reverencia y sale de la sala. Steve no tarda en levantarse y hacer lo mismo.

—¿A dónde vas? —lo detiene Afra —. No hemos terminado.

—Lo siento —se disculpa Steve.

—Hemos terminado, Steve, puedes marcharte —contradigo.

Cuando Steve sale, siento la mirada de Afra clavada en mí.

—¿Ahora qué te pasa? —pregunto.

Enarca una ceja y se sienta en el lugar que ocupaba Steve hace apenas unos segundos.

—¿Te la pasaste bien en tu cita?

—Mucho. ¿A qué viene esa pregunta?

—No voy a seguir aceptando estas cosas, primero me usas para matar a un tipo y después me pides que distraiga a Steve. No voy a seguir ayudándote, olvídate de mí.

—Te di dinero y sé que te lo has llevado a una discoteca, no entiendo por qué la queja.

—Me usas como premio de consolación, siempre soy yo la que pone la cara frente a los hombres, tengo que seducirlos para que tú... 

—¡Yo nunca te pedí que sedujeras a Steve! —reclamo. Me saco las gafas —. Afra, ¿te acostaste con Steve?

—¡Claro que no, es casi un niño! ¿Cómo se te ocurre? —se defiende —. Solo lo he besado.

God of deception [Libro#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora