Capítulo 22

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El miedo

Kian.

—Llegas tarde. ¿Dónde estabas? —Michael se interpone entre el Jet privado y yo.

Evito poner los ojos en blanco.

—Solo media hora tarde —suspiro —. Me ha detenido el tráfico.

—Vengo de Brooklyn y no había tráfico.

—¿Por qué este interrogatorio? ¿Es que tenías una mujer esperándote en la cama? Puedes irte sin problema, yo me puedo encargar desde ahora.

—Steve te vio con Camille Parisi.

Le doy una mirada recriminatoria a Steve, quien se da la vuelta mirando a la pared para fingir buscar algo.

Vuelvo la mirada a Michael y me encojo de hombros.

—¿Y qué hay con ello?

—Pensé que ese tema ya había terminado —recrimina —. Mira, si tanto te importa la seguridad de esa chica, puedo enviar a Leander para que la vigile, ya que no está haciendo nada útil...

—No.

Sobre mi cadáver.

La idea de ese idiota a tan siquiera unos cuantos metros de Camille, me hace arder el estómago.

Michael arruga el ceño. Consciente de lo mal qué sonó eso, intento aclararlo.

—Leander no sabe hacer nada bien y piensa con la cabeza de abajo.

—Entonces obedece y deja ese asunto en paz. Afra dijo que nadie la ha perseguido últimamente, de lo demás se encarga Theodore.

No discuto. Confío más en Theodore que en Leander. Además, Theo es demasiado infantil para que siquiera Camille lo note.

—Nada más para avisarte, le voy a dar mi renuncia a Ryo. Ya sabemos lo que necesitábamos y las cosas se han complicado, no puedo seguir en ese lugar.

—¿Ryo? ¿Ya tienen tanta confianza? —pregunta en un tono áspero.

—¿Es lo único que escuchaste?

—Es lo único que me interesó.

—Para tu intranquilidad, Ryo habría sido mucho mejor tutor que tú —enarco una ceja —, y es una pena que tenga que dejarlo ir tan rápido.

Me giro para ir hacia mi auto.

—Ya hablaremos de eso más tarde, West -avisa entre dientes.

Lo ignoro y abro la puerta del Cámaro amarillo.

—¿Dónde está Fiorella? —pregunta Joy mientras se talla los ojos tratando de salir de su adormecimiento.

—Ella no podrá venir de viaje con nosotros —Lo mejor para Fiorella es que volviera a Italia y tomará unas vacaciones con Mariela y sus nietos.

No es correcto que se quede y se exponga al peligro que ella no busco.

Ava abre los ojos y se estira en el colchón del asiento trasero. Me mira por unos segundos antes de incorporarse para investigar donde se encuentra.

Ava ha reaccionado bien a los medicamentos y no tiene dolores de cabeza. Aunque, todavía me preocupa que el golpe haya sido más grave de lo que pienso. Lo primero que haré al llegar a la Isla es llevarla con Grahn, el médico de la Isla.

—¿Dónde estamos? —murmura Ava con la voz somnolienta.

—¡Iremos de viaje con papá! —se apresuró a decir Joy, sacándole una sonrisa a su hermana.

God of deception [Libro#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora