La Habana

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La Habana, Cuba.

Narrador omnisciente.

Kian caminó por la acera, sin quitarle la atención a su teléfono. No estaba viendo nada en realidad. Era de noche y la gente pasaba por la avenida después de un día largo de trabajo. Kian miró de reojo al guardia que estaba parado fuera del bar.

Se aproximó hacia él y chocó contra su cuerpo. El guardia le dio una mirada de recelo. Kian se mostró apenado.

—Perdón.

El guardia negó con fastidio y Kian siguió su camino. Su boca se curvó en una sonrisa de satisfacción mientras sentía el material de las llaves, que le había quitado al guardia sin que este se diera cuenta.

Kian: Las tengo.

Le envío el mensaje a Afra. Kian se devolvió y alcanzó a ver a Afra distrayendo al mismo guardia. Le dio unas cuantas miradas y este ya estaba anonadado. Kian se metió las manos en la chaqueta y entró en el bar.

Buscó a Steve y Yeong con la mirada. Los encontró en una mesa lejana al centro del bar. Una vez que se sentó frente a ellos, miró hacia la zona vip, donde Danilo estaba sentado, con las piernas estiradas y las manos detrás de la nuca. Una mujer le besaba el cuello mientras él echaba la cabeza hacia atrás por toda la cocaína que se había metido.

Mientras esperaba a Afra para hacer su siguiente movimiento, tomó el vaso de vidrio que Yeong tocaba con sus dedos como si estuviera curioso. Lo olió.

—¿Qué es esto? —preguntó.

Yeong lo miró con sus ojos redondos y grandes.

—Whisky, creo —dudo —. Pero no he bebido, soy menor edad.

Kian lo dejo de nuevo en su lugar y enarco una ceja. Yeong había tenido un arma entre sus manos, salvó a más de cien personas, pero se limitaba a no tomar alcohol hasta los dieciocho. Kian se abstuvo de reír.

En cambio, miró hacia donde Afra estaba subiendo los escalones hacia la zona vip.

Danilo silbó. Afra giró su cabeza para verlo y él se encontró hipnotizado por unos ojos miel, ella le sonrió.

—¿A qué le debemos el honor de tener este bombón por aquí? —coqueteó.

Afra agachó la cabeza en un gesto de timidez. Danilo la recorrió con la mirada y le pareció demasiado vestida para estar en La Habana. Ella volvió a mirarlo. Él estaba seguro de que jamás había visto unos ojos más hermosos.

—No conozco estos sitios, pensé que era un restaurante. Lo siento.

A él le pareció tierno el gesto, así que, palmeo el cuero del sofá rojo a su lado. Alejó a la mujer que le estaba besando el cuello sin vergüenza y ella fulminó a Afra con la mirada.

—¿Por qué no vienes aquí, cariño? —le preguntó, aunque a Afra le pareció más una orden.

—No es correcto.

—No se lo contaré a nadie.

Afra se acercó y se sentó a su lado, guardando la distancia. Danilo pasó su brazo sobre sus hombros y la acercó.

—¿Cuál es tu nombre?

Afra le sonrió. —Rebeca.

—Un nombre hermoso para una hermosa mujer.

—Gracias.

Al otro lado del bar, en una mesa de madera, Steve le dio un trago a su bebida. No sabía que era, pero el ardor en su garganta lo hizo sentir mejor. Algo dentro de él ardía ante tal escena. Ese hombre estaba tocándola. Tuvo que aferrarse a su silla para no levantarse y golpearlo.

God of deception [Libro#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora