Segundo capitulo.

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Cerró los ojos una vez más.

Suspiró.

Y así había empezado su historia. Después de aquel día se habían hecho los mejores amigos del universo entero. Hacían prácticamente todo juntos, salían a comer helado, iban al cine incluso de madrugada. Gracias a HyukJae había podía ver algunas películas de terror teniéndolo cómo escudo de protección por supuesto, también se había atrevido a probar el alcohol. Aprendió la historia de la luna y las estrellas, hizo amigos nuevos. Pudo tener el valor para enfrentar a su padre y decirle que no pensaba entrar el ejército. Había dejado en claro que haría servicio militar en la policía y nada más, luego seguiría con su vida, a pesar de ser una época bastante dura al final pudo salirse con la suya y librarse de esa tonta responsabilidad. Aprendió a vivir y a ser feliz. Porqué cada día era especial a su lado, siempre tenía algo nuevo que enseñarle y DongHae adoraba que así fuera.

Claro que al crecer los sentimientos se hicieron más fuertes, DongHae sabía perfectamente que HyukJae estaba enamorado de él y sin embargo había preferido ignorar sus sentimientos. No quería que su amistad termine, quería mucho a HyukJae y lo necesitaba para ser feliz. Pero no quería descubrir en que forma lo hacía exactamente, le daba miedo cruzar el límite de lo desconocido y por eso mismo decidió que ignorar era lo mejor para ambos. Y a pesar de eso el ahora pelinegro no lo había soltado en ningún momento, si no que decidió esperarlo hasta que estuviera listo. Porqué él estaba seguro de qué en algún momento se aceptaría como realmente era y abriría su corazón.

Lo esperó incluso sabiendo que tenía citas con otras personas, cuando empezó a salir con Jessica, también cuando coqueteó con Irene. HyukJae nunca se quejó, sino que siempre tenía una sonrisa en sus labios para recibirlo Y DongHae cometió el gran error de pensar que siempre lo esperaría, que seguiría aferrado a su amor. Porqué pudo haber cambiado en muchos aspectos, pero su cobardía siempre estaba ahí, su miedo a ser señalado no lo dejaba vivir tranquilo, el recuerdo de su padre lo perseguía a todas partes. El miedo de aceptar quien era en realidad lo estaba llevando a la locura. Sentía que sus sentimientos los volvían débil, y quizás así era. Pero, ¿Acaso no había terminado peor? ¿De verdad valía la pena seguir negando lo que sentía? No, claro que no lo valía.

Amaba a HyukJae.

Claro que lo hacia, a estas alturas era tan estúpido negarlo. Y, sin embargo, aún habiendo aceptado lo que sentía no sabía que hacer. Tenía miedo de intentar algo, no quería aceptar que posiblemente lo había perdido para siempre. Simplemente no podía.

Y es qué lo había lastimado tanto joder.

Desde un principio supo que con cada acción suya él sufría, pero no le prestó atención a su dolor. Había Sido un puto egoísta que solo pensaba en si mismo. Y HyukJae no había tenido el valor para soltarlo incluso cuando aquella cuerda que los sujetaba ya no daba para más. Y entonces al final había terminado rompiéndose HyukJae le había dicho adiós con el corazón roto.

Suspiró.

Miró el cielo. En algún momento había dejado de llover, estaba totalmente empapado, sus dientes no dejaban de castañear y los escalofríos se hacía más frecuentes, no tenía idea de cuánto tiempo llevaba parado en aquel lugar. El río Han, ese mismo lugar donde habían visto juntos el amanecer durante tres años seguidos, y donde habían observado a la luna durante horas.

Quizás era hora de volver a casa.

Y eso hizo, caminó durante tanto tiempo hasta llegar a su casa. Al entrar vio a su madre sentada leyendo una revista, pero no fue capaz de decir nada. Subió en silencio hasta su habitación, esa en la que tantas noches habían dormido abrazado a HyukJae como si fuera un koala. En esa cama donde habían tenido mil peleas de almohadas. Esa misma donde se habían dado su primer beso.

Anhelo (Eunhae +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora