Las Cenizas de Tristán

10. La llegada

—¿Te acuerdas de qué fecha es hoy? —Interroga Pablo ilusionado.

—Hermanito eres de lo que no hay.

—Subiré a comer acompañado.

—¡¡¡aaaaaaaahhhhhhhhh!!!! —su hermana grita sin filtro.

—No te motives tanto.

—Por fin conoceremos a quien te ha robado el corazón.

—En fin, sí... —contesta, Esteban le besuquea el cuello mientras habla por teléfono.

—¿Papá lo sabe?

—¿¡Estás loca!?

—No quiero meter la pata.

—Papá sigue pensando que algún día cambiaré. No sé qué le vio.

—Fue el portador del espermatozoide para engendrarnos, es el engendrador y poco más.

—¡Serás cabrona! —Los dos ríen al unísono, mientras Pablo hace malabarismos, ahora Esteban le está haciendo un chupetón en el cuello.

—¿Qué tal con Hugo?

— Mmmmmm eeeehh... Se ha separado.

—¡Whattttttt a fuck! Esto es muy random. —Por fin Esteban afloja y sólo le acaricia su espalda.

—Ahora no te motives tú —contesta su hermana.

—Ooooohhhhh ¿qué ha pasado?

—Llevaban años mal, por lo que se ve ella se ha ido y lo ha dejado más plantado que una palmera en el desierto.

—mmmmm ahora es cuando tú intervienes y lo metes en el oasis. Tienes que decírselo —ordena.

—Estás loco, yo no soy el paño de lágrimas de nadie, si quiere consuelo, que se busque a otra.

—Pero...

—Ni pero ni no peros. Que haga el duelo, no quiero ser la sustituta de nadie, el verá. Le he dado la tarjeta de mi terapeuta.

—jajajajaja hermanita mira que te conozco y siempre logras sorprenderme.

—Y si no va, es su problema.

—¡Cómo está el patio! —exclama con ironía Pablo.

—Cada vez te pareces más a mamá.

—¿Cómo está? —pregunta con seriedad.

—Rara, algo le trae de cabeza, últimamente hay cosas del trabajo, no sé, lleva muchos años sola.

—Ya sabes que vivir con ella es misión imposible.

—Eso tú, que sigues cabreado con ella y te callas. En fin, creo que es el libro.

—¿El nuevo proyecto?

—Sí, aunque es un duplicado de libre duplicación, ya me entiendes, sigue teniendo libertad, me consta que en su día le costó escribirlo, hasta el punto de que le regaló uno de sus ejemplares personales, al final le pagaron los dos.

—Con el carácter que tiene, no sé por qué lo hace. Le encanta complicarse la vida —afirma Pablo.

—Sus impulsos son un enigma —resuelve su hermana.

—Eso es verdad, yo necesito vivir controlando todo lo que pasa.

—Así estás, hermanito, estresado, con ansiedad y lleno de sarpullidos.

—¿Ya estamos otra vez? Y no tengo sarpullidos —Pablo se cabrea.

—¿Has llamado a mi terapeuta? Te puede ayudar.