IX

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Abre la puerta lentamente, sin hacer ruido, no sabe de qué se esconde exactamente, pero sube las escaleras de puntitas.

Todo está como lo dejaron la noche anterior, sumado a la soledad que se percibía al no haber ni un solo ruido.

Abre la puerta de su habitación con sumo cuidado, asoma la cabeza primeramente y mira hacia ambos lados, al no avistar nada, entra de la misma manera en la que subió, toma su mochila y sale corriendo lo más rápido que puede de su casa, bajando por las escaleras y casi cayéndose por la velocidad al bajar, cerrando de un portazo y dejando su hogar atrás. Entra al auto de su amiga y esta acelera de inmediato, por el retrovisor ve alejarse de la vivienda mientras siente su corazón latir mil por hora.

—¿Pasó algo ahí adentro? —Ella pregunta.

—No, solo corrí como un cobarde.

—No eres cobarde, también me da miedo entrar a tu casa... —Se asincera tratando de relajar el ambiente.

Izuku trata de regular su ritmo cardíaco y truena sus dedos para relajarse del tenso momento, no sabía qué podía encontrar tras abrir la puerta de su vivienda, le tranquiliza el que no haya pasado nada.

Quizá la luz del sol ayudó mucho.

En la escuela todo siguió normal, con las clases, los alumnos a su alrededor, y tareas siempre presentes; era un día como cualquier otro...

De no ser porque 12 chicos parecían perdidos en otro plano astral, tan callados que aterraba a los profesores al punto de darles unos minutos libres antes del receso para que se relajaran del "estrés" que quizá estaban pasando por tanta tarea, y aún así, aún sin maestros asomándose, el salón permaneció en silencio.

El profesor de inglés tembló ante esto, aún así no preguntó nada, y cuando el timbre sonó anunciando la hora del almuerzo, todos fueron libres de salir de esas cuatro paredes.

Estaban sentados, todos en una sola mesa, comiendo su almuerzo de una forma silenciosa, de forma lenta y hasta quizá evitaban verse. Todos estaba tensos y no sabían qué decir.

Pero como pasa cuando se necesita, una risa suave e irónica sonó destruyendo ese incómodo silencio, subiendo de volumen de a poco, y los demás integrantes en la mesa se fueron sumando a esas risas.

El aire tenso se disipó.

—¡Fue la mejor pijamada de la vida! —Kirishima, el que inició cortando la tensión, habló muy agusto, siendo observado con sonrisas en los rostros de sus amigos.

—"Fantasmas" ¿Quién lo diría? —chistó Ashido.

—¡Hay que hacerlo otra vez! —Tokoyami se emocionó.

—Sí... No lo creo. —ironizó Ochako y todos estuvieron de acuerdo.

—Nos asustamos por nada, de hecho no ocurrió nada. No sé porqué corrimos como tontos. —Kaminari burló, todos rieron, y a alguien ahí no le sentó muy bien.

—¿A qué te refieres con que "nada ocurrió"?

—Tienes razón Kaminari, la ciencia dice que los fantasmas no existen, y yo confío mucho en la ciencia.

—¿Iida? ¿Qué dices?

—Me refiero que a todos nos asustó tu grito, así que la adrenalina del momento nos hizo actuar siguiéndote de esa forma, como un acto de reflejo o de "supervivencia".

—A veces los humanos tienden a copiar a otros ante las situaciones presentadas, sabes. —Iida y Yaoyorozu atacaron con lógica.

—¡Jí, ejo! ¡tenen gajón! —Sero señaló con palillos en mano y mejillas llenas, sorbiendo sus fideos.

Luna Sangrienta |Bakudeku-Katsudeku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora