Ahora te escribo a ti, a un motorista sin carnet aún.
Reparé en ti hace tiempo pero no de la forma en la que reparo ahora.
Veía esos moños y me parecía curioso que te pudiesen quedar así, escuchaba tu voz al preguntar y te escuchaba con atención, escuchaba tus bromas y risas y mi día se alegraba, pero nunca fue más allá.
Pero ahora, ahora, en estos momentos, solo puedo pensar en el momento en que decidiste escribirme, puedo ser un debate sobre cubos, pero ha marcado un comienzo que no vi en mis planes.
Has llagado y has tirado por la borda todos mis planes para sanar y en cambio has cosido sin darte cuenta los hilos de mi corazón, con cuidado y delicadeza, pero sin darte cuenta.
Has hecho que sane un corazón que tenía claro que podía querer pero no cuando, un corazón sin tiempo específico que has cronometrado.
Has puesto a prueba todos mis mecanismos y no puedo estar más feliz de haberte respondido.
Me animas, me buscas, me sacas de mi zona de confort, me provocas un color rojo que hacía demasiado tiempo no adquiría mi piel.
La música contigo tiene sentido, las pequeñas cosas me alegran y las miradas que intercambiamos son capaces de provocar en mi una sonrisa impermeable.
Tengo el te quiero atorado en la garganta porque no te quiero perder, porque quiero que esto sea algo bonito, porque yo me lanzaría a la piscina contigo con los ojos cerrados, pero quiero conocerte más, saber lo bueno y lo malo.
No quiero solo la parte esporádica y momentánea, quiero lo sentimental, quiero apoyarte, verte competir, quiero quedarme sin palabras una y otra vez, que el vocabulario no me de para expresar todo lo que quiero y que nunca me falta tiempo para besarte.
Quiero muchas cosas pero también quiero que me entiendas y me sigas dando confianza y entendimiento, que tengas paciencia porque muchas veces mis emociones me superan y me desbordan.
Darte la bienvenida a mi vida me sabe a poco sabiendo que has entrado haciendo un trompo y has hecho de mi corazón tu lugar favorito para habitar.
