El Fantasma y el Dragón

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Antes...


El Principe Canalla caminaba por las calles de King's Landing, una noche donde lloviznaba, las ligeras gotas de lluvia caían en su capucha, le gustaba recorrer el pueblo y conocerlo, pasear por los callejones de las comunidades más miserables de King's Landing.

Esa noche se había casado la princesa Rhaenyra con Leanor Velaryon, sentía un pesar en el pecho, aunque admitía que también pensaba en Laena Velaryon, la joven le resultó hermosa y encantadora.

Escondido por las calles de King's Landing, en cubierto, una parte de él deseaba ir a raptar a la princesa Rhaenyra y hacerla su mujer, como ella misma lo había dicho. 

-Un príncipe. - escucho una cálida voz desde un callejón, volteó y pensó que era un fantasma al ver la piel tan blanca. - Es un príncipe Targaryen. - la voz parecía emocionada.

Del callejón salió una mujer hermosa, de piel blanca y cabello castaño, era demasiado hermosa, vestida con un hermoso vestido azul oscuro, sencillo, dejaba ver unas hermosas curvas. Los ojos verdosos resplandecían en la oscuridad de aquel callejón.

-Oh, lo siento. - ella hizo una relevancia, a lo que Daemon soltó una pequeña sonrisa.  - Perdón si luzco impactada, nunca había conocido a un príncipe.

Daemon no podía dejar de mirarla, era preciosa, a la vez parecía tierna y resplandecía una inocencia que no pudo dejar pasar.

-¿Usted es...? - preguntó.

-Me llamo Talitha. - la chica sonrió mirándolo con admiración, asombro y deseo, cosa que llamó la atención de Daemon.

-Hermoso nombre.

-A mi no me gusta mucho. - hace una mueca, que a Daemon le pareció adorable.

-¿Por qué no, Talitha? - la chica lo miró con sus ojos brillantes color verde, parecían dos esmeraldas.

-Como lo dices tú se escucha mil veces mejor. - el principe no pudo evitar sonreír mirando sus lindos ojos. - Oh, lo siento, si lo dice usted...

-¿Por qué no te gusta tu nombre, Talitha?

-No lo sé.. parece raro, y es tan poco armonioso. - la chica mira a la fortaleza roja que estaba a lo lejos - me gustan los nombre de la casa del dragón... Aegon, Rhaenys, Aemma, Viserys, Visenya, Rhaenyra... Me gustan mucho... Y también su pelo de plata. - voltea a verlo y se acerca a él. - como el suyo, mi príncipe... - acercó un poco su mano. - ¿Puedo?...

Ella acerca su mano lento, toca su rostro con su mano temblando ligeramente, el principe deja que lo toque, su piel al tacto es cálida y estaba absorto en la belleza de aquel fantasma, no lo pensó dos veces, Daemon tomó la cintura de la mujer y la besó ferozmente, ella lo dejó hacerlo correspondiendo, el alcohol que corría por las venas del Principe Canalla, olvidandose por completo de sus preocupaciones.

Por su lado, Talitha se sentía en un sueño, ella, una mujer de la calle, besada por un príncipe. 

Se separaron del apasionado beso y ella tomó la mano del principe, caminó con él pocos pasos hasta entrar a una casa, con unas flores azules que decoraban la ventana de la choza de madera.

Talitha se quitó un listón que usaba de collar, era una mujer pobre, que vestía siempre lo más elegante que podía... Dejó caer el vestido que ella misma hecho... Daemon la recorrió entera con la mirada, delgada, la piel pálida, pero al tacto aprecia terciopelo.

Esa noche se quedó grabada en la memoria de Daemon, aunque estuvo con muchas mujeres, Talitha fue uno de los manjares más exquisitos que probó, era traviesa en el lecho, no como las prostitutas que solo le abrían las piernas, ella tomó el control en más de un momento de la noche, dándole besos, caricias y montandose en él, cómo una jinete con un dragón.

La Princesa del Pueblo | Aemond Targaryen | EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora