La Mano

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La antorcha iluminaba el rostro de Daemon y su caminar, comenzó su cantico a medida que se acercaba al dragón, dejó la antorcha en el suelo. Con unas llaves quitó la cadena principal que aprisionaba a Vermithor.

Su voz resonaba mientras las aflojaba, el hermoso canto hacía que el dragón se calmara, Daemon acarició a Vermithor.

-Protege a mi hija... Donde quiera que esté.

Daemon salió de la cueva después de Vermithor, se cruzó de brazos viendo al dragón irse a buscar a su triste jinete.






















Unos días atrás...

Aegon escucha atentamente todo lo que se decía en aquella mesa, su madre estaba a su lado, su hermano Aemond acababa de irse a Bastión de Tormentas, Aegon parecía más relajado aunque tenian la guerra respirando en la nuca y solo observaba, mientras no dejaba de pensar.

-Lo princesa Rhaenyra aceptará el trato que le dimos, estoy seguro... El problema es Daemon. - Contaba su abuelo, Aegon jugaba una pieza de ajedrez entre sus dedos, una Reina Blanca que paseaba por sus manos.

-Dudo que acepten el miserable trato que les ofreciste. - Habla Aegon por primera vez, haciendo que todos lo miren. - Si me lo ofrecieras eso a mi, no me sentiría tentado.

-Es lo mejor que se le puede ofrecer. - dijo Otto.

-Era la heredera al trono, obviamente es difícil que acepte menos que eso... -Aegon se sienta más derecho, le incomodaba como su madre y los demás lo miraban. - Vamos a cambiar un poco el trato. Rhaenyra y Daemon se quedarán con Rocadragon a perpetuidad, su heredero será Jacaerys, Lucerys heredará las tierras Velaryon y tendremos un trato de exclusividad con sus naves. Para los hijos de Daemon y Rhaenyra, no serán coperos o escuderos, su hijo Aegon se casará con mi hija Jaehaera, y su hijo Viserys tendrá un lugar en la corte, el que él decida cuando tenga la edad, llegará a tener voz y voto en el consejo, y si tengo otra hija se la daré en matrimonio también. Y si mal no recuerdo Rhaenyra estaba embaraza, próxima a dar a luz, si es niña se casará con mi heredero. Al igual que tierras y todo lo que pidan

-Eso es demasiado generoso. - dijo Alicent, hasta ella le parecía un tanto excesiva.

-Su madre tiene razón, mi rey. - dijo Otto. - Es demasiado.

-Llevan nuestra sangre, bueno, mi sangre... A parte, a cambio de eso, solicitaré solo una cosa de ellos... Quiero a la princesa Alysanne. - el silencio se vuelve pesado, Alicent y Otto miran fijamente a Aegon.

-Mi rey, la princesa Alysanne era mi prometida. - dijo seriamente. - Usted ya está casado.

- Y no hables de que Aegon tomó dos esposas. - dijo Alicent - Alysanne no posee ningún título real, es una bastarda, una hija fuera de un matrimonio. Ni si quiera tú abuelo debería casarse con ella. - miró mal a Otto. - Está en el bando contrario.

La sonrisa de Aegon era extraña, desde la coronación estaba así, los demás no podían identificar lo diferente de Aegon: El rey estaba sobrio.

-La Princesa Alysanne es la mujer más hermosa y querida de los siete reinos, admito que me encantaría tenerla como mujer, pero no la puedo tener, no por Haelena, saben bien que ella no me importa y que jamás quise casarme con ella. La misma Alysanne me ha rechazado en más de una ocasión. - Aegon se lamió los labios. - Yo necesito a esa mujer para hacer esto... Quiero que Alysanne Targaryen sea mi Mano Real.

El silencio pareció eterno, Otto estaba pálido y sintió que había escuchado mal, sin creer lo que acababa de decir.

-Majestad, eso es absurdo.

La Princesa del Pueblo | Aemond Targaryen | EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora