Una Mujer en la Garganta

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Vermithor era un dragón majestuoso, y a pesar de la edad, su conexión con su jinete era muy buena, sabía que ella estaba herida, por lo que al momento de volar, Alysanne pudo ir recostada sobre el lomo del dragón de bronce y este sabía a dónde dirigirse.

-¿Por qué tuvo que portarse como un idiota? - le decía a al dragón en Alto Valyrio. - Aemond puede irse mucho a la mierda. - el dragón hizo un sonido. - ¿Pero sabes que es lo que más me enoja? - dice para proseguir quejándose de su amante.

La princesa miró a su derecha, Luke volaba a pocos metros de ella, Arrax era más pequeño, pero muy veloz.

Quizás tenía razón y debía quedarse en su casa.

Arrax llegó antes de Rocadragón, luego llegó Vermithor, Alysanne miró a su Daemon Targaryen esperándola, él le ayudó a bajar.

-Hola, Aly.  - ella sonrió ante el apodo.

-Padre. - lo abraza, Daemon le corresponde el abrazo.

Daemon la ayudó a ir adentro del castillo, llevándola inmediatamente a una habitación, al llegar a las escaleras la cargó para que no se esforzara.

-Esta no es mi habitación. - dijo ella al llegar a una habitación amplia con una linda vista al mar, diferente a la que tenía antes.

-Ahora lo es. - la acostó con cuidado. - Queremos que estés cómoda. - dijo mirándola, padre e hija se sonrieron.

Los primeros días en el castillo se llenaron de atenciones para Alysanne, los niños se quedaban en su habitación en las tardes y ella encantada jugaba con ellos. Rhaena y Luke convivian con ella y dos maestres estaba al pendiente de su herida, que estaba prácticamente curada.

-Gracias a los dioses estás bien. - dijo Jace cuando fué a visitarla, él espero que no hubiera nadie para entrar a verla.

-Si, ese venado no pudo conmigo. - dice divertida, Jace sonrió mirándola.

-Mmmm... No respondiste mi carta.

-Jace... Es tierno lo que dices, pero no es correcto que me lo digas a mi.

-¿Por qué no?

-Porque tú mereces una dama, con un buen apellido y sin tantos rumores como yo...

-Eso no me importa. - tomó su mano pero Alysanne la apartó.

-Yo... Yo te veo como un hermano... Y se que a los Targaryen no le importa eso, pero... Eres Jace...

-Espera, no me digas que "No" aún. Puedo demostrarte que soy digno de tí.

-No se trata de eso...

-Puedo conquistarte. - Alysanne ríe leve.

-Voy a romperte el corazón, Jacaerys - Jace solo sonreía mirándola.

-Correré el riesgo.

Como les gusta perder el tiempo.




Los Príncipes Targaryen tenían piezas que mover, Daemon era el más ansioso, él prefería que Alysanne se casara con Cregan, aunque el no había enviado una propuesta, era una buena oportunidad, confirmaría la alianza con el Norte, y lo más importante, era un buen hombre, confiaba que Alysanne estaría segura y no sería infeliz.

Tampoco lo consideraba digno de su primogénita, sentía que nadie lo era, pero él parecía ser la mejor opción, aunque eso condenará a su hija a vivir en el Norte.

Rhaenyra fue a la habitación de Alysanne en la noche, la encontró leyendo un libro, la princesa del mechón de plata al notarla lo dejó por un lado.

-Princesa. - inclino su cabeza, Rhaenyra se acercó sentandose en la cama, le sonrió.

La Princesa del Pueblo | Aemond Targaryen | EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora