Esmeralda

7.1K 851 78
                                    

Los suspiros y jadeos de Aemond sonaban por la cueva. Ojalá su abuelo lo supiera, ojalá los encontraran... Así ya no habría opciones, el sería la única. 

El sexo no hizo que dejara de pensar en ella, todo lo contrario. La noche en su habitación no fue la última vez que estuvieron juntos.

Salió de su boca escuchando la respiración agitada de la princesa, y sintió sus labios dando besitos en su abdomen antes de levantarse, el tomó su cintura abrazándola, unió su frente con la de ella, ambos se sonreían agitados y cómplices.

Le mordió el labio tirando de este antes de besarla, Alysanne siguió el beso apasionado, se separaron agitados, el caballo de ambos estaba algo húmedo y una capa de sudor los cubría.

Alysanne recobrando la postura se acomodo el vestido, Aemond le ayudo a sujetar el corset, por su parte, solo se acomodo los pantalones y la camisa. Miró a Alysanne peinar sus rizos negros con sus dedos, sonrió levemente.

-Te ayudo. -Se acercó a ella, pasando sus manos por su pelo, le hizo una trenza mal hecha.

-Sientate ahí. - le dijo ella señalando una roca, el le hizo caso, le hizo su típica media coleta. - Listo, si no fuera por el sudor, parecería que no ha pasado nada.

Se sonrieron, tomó su mano dejando un beso. Salieron de la cueva, caminaron, Sunfyre dormía tranquilamente, Vaghar estaba despierta pero ignorando a los jóvenes amantes que salían de uno de los escondites de Pozo Dragón.

-Sin tí todo el mes será aburrido. - le dijo Aemond.

-No lo será.

-Para mi sí. -Volteo a verla -Trata de volver antes o voy por tí. - Ella le regaló una de sus sonrisas hermosas, de esas que Aemond recordaría todo este mes sin tenerla.

-No te preocupes, ojito, volveré en un mes o dos.

-¿O dos? - alza la ceja.

-Si, no sé, va a variar.

-Mmm... - espero que menos. - se acerca a ella, acaricia su mejilla mirándola fijamente. Se acercó a él y beso su mejilla lento, haciendo que el principe cierre su ojo, hipnotizado por su aroma.

-Adios, Aemond. - dijo mirándolo y se marchó a su habitación a prepararse para su viaje.





























-Los que quedaron amarralos y arrojalos al mar.

-No quedó nadie, mi Lady.

-Bien, me alegra... Ve marchando al norte, alcanza a Sir Flavius y si encuentran a más ratas, no dudes en tomarlas. - le dice seriamente.

-Si, mi Lady. - Sir Theo, su espada de venganza, hace semanas ellos se fueron al norte detrás de Los Hijos del Alba que repartía provisiones.

Ya estaba lista para irse, Kaia se había ido con el ejército y ella se iría sobre Vermithor, estaba tentada de ir a Rocadragón a ver a su padre, a Rhaenyra y a sus hermanas y primos... Quizás invitarlos a ver el muro, pero no tenía humor para ver a su padre después de la propuesta de Otto Higtwoter.

La verdad le preocupaba que su padre llegará a ignorar su petición y le dijera que debía de casarse... Le enfurecía la idea de usar cadenas nuevas... El solo hecho de pensar en obedecer ciegamente le daban ganas de vomitar.

Lo que Alysanne no sabía era que su padre estaba cansado de leer invitaciones a casas de Lores, o propuestas directas de matrimonio para ella escritas... Aunque si quería una alianza, estaba aprendiendo a querer a su hija... Su primera y misteriosa hija, para la que no estuvo. Aprendía a quererla más a través de las palabras de los Lores que al conocerla. La amaba, pero era un misterio.

La Princesa del Pueblo | Aemond Targaryen | EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora