Besos de Madrugada

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-¿Qué quieres que? - dijo el rey Viserys débilmente, recostado en su cama, dónde cada vez pasaba más tiempo.

-Quiero casarme con Lady Alysanne. - dijo Otto Higtwoter mirando al rey enfermo.

-Tiene como 15 años, ¿No? - murmuró.

-Tengo entendido que 16. - el rey toció. - Es una joven encantadora, que hará mucho bien en la corte, seguirá con sus obras caritativas, en especial en King's Landing y...

-Daemon. - dijo el rey y volvió a toser. - Dudo que Daemon lo acepte.

-No veo porqué no, aunque sea legítima, por sus origines hay muchos lords que no la aceptarán, yo lo hago por la corona. - dijo Otto. - Y... Por su ella, claro.

-No lo sé ...

-Solo quiero su bendición.

-Creo que debes hablarlo con Daemon, es su hija...

-Usted es el rey, lo mejor será que usted lo apruebe antes. - el rey toció con más fuerza y llamaron al maestre, le dieron leche de amapola lo que lo hizo dormirse.

Otto salió de la habitación, ya no se podía hablar con el rey, lo mejor era hacerlo firmar una orden para aprobar el matrimonio. Camina a la junta con el consejo, encontrándose con Alicent.

-¿Dónde estabas? - Le pregunta la pelirroja.

-Con el rey... Hablamos del posible matrimonio con Lady Alysanne. - Alicent lo ve con algo de coraje.

-Viserys está enfermo, ya le están dando leche de amapola, ¿Qué pretendías?

-Necesito una orden real para nuestro matrimonio, Daemon no lo aceptará por las buenas, necesito que sea una orden real y creo que tú me ayudarás a eso.

-Yo no quiero que te cases con esa niña. - dijo Alicent seriamente.

-No ves las cosas como yo las veo, llegará el momento donde sea necesario.

-Viserys no querrá, Daemon tampoco y yo menos, si quieres casarte te sugiero que se lo propongas a ella, y se casen, pero a mí no me metas en eso.

-Mmmm no es un mal plan. - dijo mirándola y vio a un guardia. - ¿Dónde está Lady Alysanne?

-Acaba de partir a Dorne, fue a alcanzar a sus hombres, mi Lord, se fue en su dragón.










Alysanne salió muy temprano esa mañana, el viento bailaba en las alas de Vermithor con velocidad, mientras este iba a la par de Vhagar.

Los dos jóvenes jinetes montaban a los abuelos de Westeros, volando sobre los reinos. Aemond miraba a su derecha observando el hermoso cabello oscuro de Alysanne.

-¡Vamos, Vermy! ¡Tu puedes! - la escuchaba gritar, él solo sonríe, ambos dragones daban todo de su mismos, pero Vhagar fue la primera en pasar el castillo de Dorne, ganando la carrera.

Vermithor siguió volando hasta detenerse en una colina.

-No te preocupes, Vermy, lo hiciste bien, mi taoba. - Alysanne deja un besito en las escamas, bajaba del dragón.

Aemond se acerca a ella, le ofrece la mano y la acepta, baja de un salto y el sostiene su cintura, a lo que Vermithor voltea soltando un gruñido.

-Tranquilo, Vermy. - toca su cabeza. - está bien.

-¿Lo llamas Vermy? - Aemond alza la ceja.

-Si, ¿Qué tiene? Es de cariño. ¿Tú cómo le dices a Vhagar?

-Vhagar. - dice cogiendose de hombros.

-Ya mínimo dile abuelita. - dice acomodando su mochila, camina bajando la colina, Aemond la sigue.

La Princesa del Pueblo | Aemond Targaryen | EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora