Algunos afirman que el amor es más fuerte que cualquier otra cosa.
Visenya II Targaryen no fue criada para pensar eso, su padre Daemon Targaryen la crío para batalla, para ser una guerrera.
Después de una trágica noche después del funeral de Laena...
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Aemond siempre supo lo que quería, y entre ellas estaba la joven de melena platinada.
Visenya Targaryen hija de Daemon Targaryen, su tío, hermano de su padre.
Y aunque su lealtad estaba en aquella mujer y el sabía que haría lo que sea por verla a su lado y también verla saludable y feliz. También quería venganza por lo que sucedió con su sobrino Lucerys, necesitaba saciar esa sed...
¿Pero como lo haría sin llegar a herir o perder el afecto y amor de su amada Visenya?
Simplemente no se podía, ya que ella ya había mandado una advertencia, sobre que para ella aquellos bastardos si eran sangre, eran su sangre aunque no lo fueran.
"Para mí lo son tío, y por ello exijo un respeto hacia ellos, ¿recuerdas a Vaemond? Al que se dirija a mis hermanos como él lo hizo, acabara igual o peor"
Aunque siempre tenía en mente aquella venganza, ahora debía de concentrarse en la mujer que tenía enfrente, la mujer con que siempre ha mantenido un lazo, con la cual se tuvo que haber casado desde hace años y ahora muy probable ya no podría hacerlo.
Pero sabía que ella seria su esposa, no importa que tuviera que asesinar al futuro esposo de Visenya.
—Dame la cabeza de Sir Criston Cole, mi príncipe
Aemond sorprendido y embobado tomo las manos de Visenya.
—tus deseos son órdenes, mi princesa—Dicho eso se abalanzo hacia ella tomando su rostro y uniendo sus labios en un necesitado beso. Claro que acataria la petición de su Visenya, el la quería ver feliz y si la cabeza de Sir Criston quería, el se la daría, no importa que dañara eso a su madre, la reina.
— Avy jorrāelan Visenya Targaryen —te amo Visenya Targaryen.
Aemond se separó ligeramente de la platinada para susurrarle aquellas palabras que siempre atesoro decirle, y que las guardo en su corazón hasta que por fin se las pudiera decir.
Visenya sonrió a sus palabras, sintiendo un cariño en su corazón, más grande del que siempre le ha tenido a Aemond.
Visenua volvió a unir sus labios con el platinado, el cual se levantó del suelo donde ya había estado arrodillado ante la princesa Visenya, tomándola de los brazo con delicadeza para levantarla de la cama para rodearla con su brazo.
Aemond fue el que ahora se sentó en la cama poniendo a Visenya en su regazo aún sin deshacer el beso que aunque ya les quitaba aire no se separaban. Visenya se separó para mirar su rostro, su ojo violeta brillaba y a la vez estaba de un color más oscuro, sabía lo que significaba....
El zafiro azul de su otro ojo se miraba tentador, aunque no tuviera ojo para poder mirarla aquel zafiro traspasaba la mirada de Visenya haciéndola sentir nerviosa y excitada. Aemond se veía tentadoramente provocativo con eso.
