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Esto empezó hará un mes porque me dejó con curiosidad –y obviamente tristeza porque además fue muy bueno– el final del cómic y ahora con varios capítulos escritos creo que es buena idea publicarlo. Todos los derechos al autor y al ilustrador, sólo este fanfic es mío. Espero les guste.

No punch backs

Hay muchas cosas que KJ Brandman no puede entender ese primero de Noviembre del ochenta y ocho, como por qué le gustaba –repentinamente– la idea de ver los amaneceres treinta minutos antes de salir a repartir diarios, o por qué siente la necesidad de seguir en contacto con aquellas tres chicas de su edad con las que compartió ruta recién.

Todavía sentada en la hamaca con el cigarrillo sin terminar colgando en su boca, es despabilada por una mano en su hombro.

—¿Vendrás con nosotras o te vas a quedar ahí como una maldita estatua? –Mac se cruza de brazos, escupiendo su cigarrillo y pisándolo sin siquiera ver hacia otro lado, claramente acostumbrada a hacer eso desde hace bastante tiempo. Está impaciente y tiene una cara ruda que no cambió desde más a la madrugada.

—Claro –es lo único que dice KJ. Agarra su bicicleta y se ubica al lado de la chica, con Tiffany y Erin a los costados de cada una.

—Qué expresiva.

El recorrido es silencioso pero extrañamente reconfortante. La de rulos disfruta esto cuando siente de imprevisto un golpe en su hombro derecho. Mira a Mac con el ceño fruncido. Ésta sólo gira hacia adelante, con una mirada nostálgica por alguna razón.

—Auto buggy amarillo. No vale regresar el golpe.

KJ sonríe y vuelve la vista hacia el camino.

—Chicas... ¿Seguiremos viéndonos? –hace una pausa, tímida–... Realmente me cayeron bien y sería triste desperdiciar la oportunidad.

Erin, que había girado levemente la posición de su bicicleta con tal de dar vuelta hacia su casa, detiene el paso frente a ellas, haciendo que la imiten. Su mirada está brillante y no puede evitar sonreír mostrando los dientes.

—Me encantaría. Estaba pensando en lo mismo.

Tiffany no duda en hablar al instante, contagiada por la emoción de Erin.

—A mí igual. Puede que no vuelva a repartir, pero podemos vernos también por la tarde o los viernes. Imagínense: pijamada los viernes en mi casa con un maratón de películas –extiende los brazos, extasiada por la imagen mental.

—Eso porque no vieron la casa de Brandman. Es una puta locura. No me perdería la oportunidad de usar su probablemente súper tele para ver alguna película de terror.

Las tres chicas miran a Mac, que parece arrepentirse al instante de haber hablado demasiado sin pensar, mostrando un lado que no le gusta dejar al descubierto.

—¿Eso es un sí para ti? –KJ corre un mechón suelto de su cabello, con una mirada juguetona.

—Vete a la mierda.

—Es un sí, entonces.

Esa mañana, cuando llega a su casa para recoger su mochila y cambiarse antes del colegio, KJ nota algo en su antebrazo. Ve otra cosa que no puede entender.

"Cuida a Mac" está escrito a las apuradas. Tinta corrida pero que se llega a leer en la zona.
Frunce el ceño. No recuerda haber escrito algo así antes, pero decide confiar en su yo del pasado a posteriori. Si lo había hecho, sería por algo. Y la cuidaría, además de a las otras chicas. Porque habían ganado un lugar en su corazón y de alguna forma les había tomado cariño esa mañana.

El tema es porqué escribiría acerca de cuidarla específicamente a ella.


Posdata: sí lo escribió esa madrugada apenas levantada, con la sensación de querer salvar a una chica desconocida.

No Punch BacksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora