No Punch Backs

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14. "Look at you, Strawberry Blond"

N/A: No quiero que termine este fic todavía :/ (en el momento que escribe esto, le quedan aproximadamente entre dos y cuatro capítulos por escribir).

KJ mira hacia atrás, la puerta de su cuarto, para verificar que su madre no esté despierta –ni cerca– y, cuando no hay moros en la costa y los ronquidos no se apagan, abre la ventana y sube al techo. Se sienta con cuidado y acomoda sus manos en sus piernas, mirando el amanecer rosado y lila haciendo aparición en el vecindario. Suspira hondo, enamorada de la vista.

Pasaron dos días desde que Mac les contó sobre su diagnóstico de cáncer. Esa tarde, luego de que se separaran para volver a sus casas, recordó el extraño mensaje en su brazo de hace tres años. No quiso dar muchas vueltas al pensamiento más que hacer lo escrito y lo que pensaba: Cuidar.

Se tensa al escuchar un sonido de freno cercano. Un auto pasa rápido por las calles de enfrente, los chicos dentro de éste riéndose y tirando huevos a las casas.

—¡Día Infernal, perras!

Pone los ojos en blanco, pero algo se enciende dentro de ella. Quizás no sea la mejor idea, pero le vendría bien salir a dar unas vueltas en su bicicleta. Sólo para despejarse. Mira la hora en su reloj digital: Siete de la mañana. Todavía tiene media hora antes de irse en la dirección de su escuela.

No sin antes dejar una nota de aviso de su temprana ida, come una tostada, toma algo de leche y se va de su casa con su mochila e uniforme preparados.

Mientras maneja la bicicleta, pone su walkman en modo radio y escucha a través de los auriculares el modo FM.

«Feeling unknown
And you're all alone
Flesh and bone
By the telephone
Lift up the receiver
I'll make you a believer»

Mueve un poco la cabeza mientras deja que el ritmo la inunde. Antes de que se dé cuenta, entre canción y canción pasó un buen rato doblando y mirando el pueblito, y está por llegar a la escuela.

—¡Ey, KJ! –una chica de Buttonwood con la que va a hockey sobre césped se acerca a ella con una sonrisa. KJ Encadena su bicicleta y la mira desde abajo.

—Charlie –sonríe tímidamente mientras asiente hacia ella. Cuando se vuelve a parar, ambas entran a la escuela–. ¿Qué tal?

—Todo bien, aunque unos imbéciles casi me hacen pasar mal rato. Ya sabes, Día Infernal –pone los ojos en blanco. Pronto abre los ojos, como si algo hiciera click en ella–. Ah, ¿Y tú? ¿Cómo estás?

KJ frunce el ceño confundida por la actitud repentina de la chica. Luego recuerda su golpe en la nariz y resopla, con una punzada haciendo presencia en la zona.

—Eh, ¿Bien? –ajusta su mochila con el palo de hockey asomándose por su hombro.

—Oye –internamente sabe lo que se viene–, lo siento por lo de MacKenzie. Bueno, lo que dijo Paige.

—Está bien. Al menos algunas de ustedes son más respetuosas –suelta algo molesta. Charlie no se queja, sólo baja la mirada al piso y, cuando llega a su clase, entra.

KJ se dirige al club de audiovisual y cierra la puerta.

•••

Ella no va al colegio esa mañana. No tiene ganas y, en todo caso, está justificada.
Alguien toca la puerta.

—¿MacKenzie?

Gira la cabeza hacia el sonido y piensa si hacer el esfuerzo de ir a abrir o no. Al cabo de unos segundos, pone los ojos en blanco y se levanta. Llega a abrir cuando empieza a sonar la puerta de nuevo, deteniendo a la persona del otro lado.