N/A: Acá empezamos con los títulos sacados de canciones, como referencia a lo que pasa en cada parte de esta pequeña "serie de momentos" posterior a la novela gráfica de Paper Girls.
"Let's go to Bed"
Octubre, sábado.
Erin se levanta temprano en la mañana y estira los brazos, contenta. Hace unos días arregló con Mac para que ella pase la noche en su casa, así que como la chica ansiosa que es va a limpiar todo.
—¿Erin? –escucha mientras baja las escaleras de su cama doble.
—Hola, Missy –sonríe a su hermanita. Ella sólo pone una mirada molesta.
—Son las siete de la mañana. ¿Tanta tarea tienes?
—En realidad, Mac viene a casa esta tarde. Tendremos una pijamada.
—Estan grandecitas para eso, y déjame dormir aquí al menos...
—¿Desde cuándo tener quince es ser demasiado mayor? –pone los ojos en blanco con una sonrisa burlona y se va de la habitación. Su hermana podía decir muchas estupideces, y aún más con sueño.
Ya aún más limpia y ordenada de lo que estaba, la casa se ve bien, y sólo son las ocho y media de la mañana. Procede a hacer su tarea para no tener nada que hacer el día siguiente y, cuando termina, siente un alivio más. Decide tirarse en el sofá y ver lo que hay en la televisión, no sin antes servirse cereal con un vaso de leche con chocolate. Hace zapping y se detiene por un momento al captar algo de posible interés. Parece una película de acción o aventura. Los protagonistas están en apuros, rodeados de dinosaurios por alguna razón.
—"Estamos perdidos –dice un hombre fortachón a otros dos–. De esta no salimos. Fue un gusto trabajar con ustedes, muchachos."
—"No –responde otro–. Podemos resolverlo, no importa qué tan imposible sea. Sólo... Tenemos que permanecer juntos."
—Tenemos que permanecer juntos...
Erin da un bocado a su cereal y cierra sus ojos. Los sonidos de disparos se silencian y todo se ve oscuro, claramente.
«Las repartidoras se mantienen juntas. Tenemos que permanecer juntas. Somos repartidoras y permanecemos juntas. Somos repartidoras y nos mantenemos juntas.»
—Somos repartidoras y nos mantenemos juntas –abre los ojos de nuevo, encontrándose directamente con el cereal–. Hm.
Raro, pero gratificante.
–––
A las seis de la tarde, el timbre suena. Va a abrir la puerta con emoción y abraza a su amiga.
—¡Hola! –dice alegre Erin hundiéndose en el abrazo. Mac, que con el tiempo se está acostumbrando a tales muestras de afecto de sus amigas, le da unas palmaditas en el hombro.
—Hola, nuevis –cuando recibe un codazo suelta una risa–. Ya, ya. Erin. ¿Me vas a dejar pasar?
—Ahora sí.
Las chicas la pasan bien: juegan con Missy a las cartas, ven la televisión y luego llega la hora de cenar. La mamá de Erin hace Pato a la Pekinés, plato favorito de las chicas al ir a la residencia Tieng. Desde que lo sabe, la mujer siempre intenta ofrecer esta comida a las menores.
Mac y Erin con gusto se sirven y comen hasta llenarse. Al terminar, ayudan secando los platos e, intercambiando una mirada cómplice, suben corriendo las escaleras.—¡No se caigan! –pronuncia la Señora Tieng.
—¡No lo haremos! –dicen las amigas al mismo tiempo.
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No Punch Backs
Hayran KurguHay muchas cosas que KJ no puede entender ese primero de Noviembre del ochenta y ocho, como no recordar si escribió ese mensaje borroso en su antebrazo esa madrugada. Posdata: sí lo escribió esa madrugada apenas levantada, con la sensación de querer...