¿Desde cuándo hace calor en febrero?
—¡Qué tema! ¡Me conoce tan bien! –KJ chilla para sí misma mientras conduce su bicicleta. Se pregunta por un momento cuánto tiempo le debe haber tomado a la pelirroja esperar y grabar cada canción que le pueda gustar en la sección de música de la radio.
Lleva en el bolsillo de su campera rosa y negra un walkman azul marino y sus respectivos auriculares comprados hace un tiempo con su dinero del periódico. Sus padres nunca le comprarían algo azul porque eso lo haría automáticamente de niño. Se siente en el aire al pedalear. ¿Cómo no había escuchado música en el trabajo antes? Lo hace todo aún más cool.
Sale de su ruta al terminar, empezando a dirigirse hacia la sección en la que se encuentra con Erin y Mac.—¿Qué te trae tan contenta? –siente a unos metros y ve a Erin, que parece divertida.
—¡Mac me regaló un mixtape por mi cumpleaños! Es genial, tiene algún que otro tema de Debbie Gibson y The Smiths. Además de varios de Danzig, cómo no...
—Mac, Mac, Mac... ¿No te cansas de alimentar su ego? –se acerca pedaleando hacia KJ burlona y siguen en marcha hacia el sector de juntada.
—¿Qué dices?
—Amiga, se nota a distancia que la admiras.
—¡Habló!
—¡Pero yo soy más sutil! –truco de Erin.
—¡Pero lo estás admitiendo! –retruco de KJ.
KJ es temporalmente ganadora de esta discusión infantil y burlona entre amigas. Ambas se ríen.
—Vaya, mis fans finalmente llegaron –suelta sarcástica la de pecas cuando las ve llegar con ella–. Oye, ¿Desde cuándo escuchas música mientras trabajas? ¿Ya te estoy contagiando el buen gusto por una rutina ruidosa? –sonríe de lado cuando nota los auriculares marinos de KJ.
La sonrisa se sintió bien para KJ. No se da cuenta de que la devuelve. Tampoco del ceño fruncido de Erin, confundida.
—Ya quisieras, sólo estoy haciendo espacio para escuchar el mixtape que me hiciste –dice con una mirada burlona. La contraria se agarra el pecho con una de las manos, la otra todavía en el manubrio de su bicicleta, ofendida.
—Malditos niños ricos, siempre intolerantes a los regalos de sus amigos de clase baja.
—Cuidado, Coyle, no querremos que papi se quede sin trabajo en la fábrica.
Y la cara de Mac cambia automáticamente, ya sin su característico humor.
—Vete a la mierda.
—Oye, era una broma...
—Pues no es gracioso, Brandman –dice el apellido con un tono despectivo y se va rodando rápidamente. KJ intercambia una mirada nerviosa con Erin, que se encoge de hombros en silencio.
—Creo que deberías ir a hablar con ella –dice.
KJ no encuentra a Mac por ningún lado y eso la pone muy nerviosa. Nunca se sintió así de desbordada. ¿Así se siente ser adulto? Espera que no sea tan feo que todo se vuelva una pesadilla. Ella quiere seguir disfrutando cada día a pesar de tener sus cosas malas.
No está en el parque, ni la ve por las cuadras de su casa. Tampoco está en ningún lado de su ruta. A KJ se le están terminando las ideas. Es entonces, mientras pedalea en el sentido contrario del sector donde vive Mac, que pasa por una casucha abandonada llena de plantas. Ahí, apoyada en las deterioradas escaleras de madera, se encuentra una figura pequeña, una bolita desde el punto de vista de KJ en su bicicleta, que hace que ella detenga el paso lentamente. La deja en el piso y va de a poco hasta la figura.—Mac –dice casi susurrando, preocupada.
La chica tiene sus brazos rodeados en las piernas, pegadas al pecho fuertemente. Su cabeza está escondida.
—Vete.
KJ hace todo lo contrario, pues se ubica a su lado, aunque dejándole un poco de espacio personal.
—Lo siento. Sólo bromeaba.
Se quedan en silencio. Pronto siente un pequeño "sniff" y el cuerpo de la chica de cabello pelirrojo oscuro empieza a temblar.
—No sabes lo importante que es el trabajo en casa. Para colmo –su voz está quebrada–... Para colmo papá gasta parte importante del dinero en su estúpida cerveza –una risa triste se le escapa luego–. Por lo menos con mi hermano nos vengamos y escondemos parte de la bebida para nosotros.
KJ pone una mueca rota. Se siente terrible.
—Pero sí sé cómo la otra vez casi te deja en el piso por los golpes. Con eso ya te das algo de cuenta de cómo son las cosas. Mac, lo siento. Debí de haber pensado antes de hacer ese chiste. Oye...
Le toca la espalda y esta vez la contraria no le aleja el brazo, sino que asoma la mirada a través del suyo. Sus ojitos claros están rojos y eso le parte el corazón a la más alta. Nunca la había visto así, llorando.
—Qué miras...
KJ la ve por un momento antes de atraerla a ella y abrazarla. Esta vez, de nuevo, Mac deja que lo haga. Empieza a llorar nuevamente.
—Te juro que si ese hijo de puta pone un dedo en ti voy a romperle la cara –dice la de rulos ubicando una mano en la parte trasera de la cabeza de la contraria para pegarla más a su cuello y darle su calor.
—Pf, sí claro –resopla burlona Mac intentando no dejar caer sus mocos en KJ–. Como si supieras cuándo papá tiene un ataque de ira o no.
—Pues me llamas. O, bueno, me vas a buscar, no sé.
Hay un corto silencio y, por un momento, KJ teme haber hecho irritar con su comentario a la pelirroja-castaña. Cuando ésta última se separa de ella –pasando la manga de su chaqueta verde por su nariz– y le dedica una pequeña sonrisa, sabe que no fue así.
—Pues te llamo –repite en un tono divertido, pero... ¿Aliviado?
KJ se levanta y va a buscar su bicicleta.
—Vamos, o Erin va a preocuparse demasiado. Sabes lo tranquila pero nerviosa a la vez que es cuando se trata de la gente que quiere.
—¿Me quiere? –siente detrás suyo, la contraria siguiéndola.
—Claro, Mac. Todas te queremos. Eres nuestra amiga –comenta agarrando la bicicleta.
Mac, por su lado, se traga las ganas crecientes de llorar otra vez. No iba a mariconear por algo como eso.
—Claro –responde sin saber qué decir, imitando a su amiga.
Porque ella también las ve como sus amigas. Las primeras amigas que ha tenido en la vida. Aunque no lo admita en voz alta.
KJ toma la delantera, sabiendo que la más baja la va a seguir. «Pues te llamo». La pequeña sonrisa de Mac aparece en la mente de la chica y empieza a sentir calor subiendo de su cuello a su cara.
¿Desde cuándo hace calor en febrero?
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No Punch Backs
FanfictionHay muchas cosas que KJ no puede entender ese primero de Noviembre del ochenta y ocho, como no recordar si escribió ese mensaje borroso en su antebrazo esa madrugada. Posdata: sí lo escribió esa madrugada apenas levantada, con la sensación de querer...