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"Peacekeeper"

Tiffany está sentada en la banca de las afueras de su colegio. Podría estar aprovechando esos minutos extra para volver a su casa cuanto antes y estudiar para comenzar el nuevo libro de sudoku que compró y le ayudará al cerebro, pero Erin le habló por el walkie talkie la tarde anterior. Parecía algo pensativa y le pidió de reunirse luego de clases, ofreciendo pasar a buscarla para ahorrarle viaje. Tiff no tuvo otra que, ante esto, aceptar. Si una de sus mejores amigas tenía algo importante que decirle, necesitaba escucharla.

—¡Tiff! –gritó la chica a lo lejos, jadeando mientras se acercaba en su bicicleta.

—Más te vale que valga la pena gastar quince minutos de mi tiempo libre –le golpea el hombro mientras agarra su propia bici y la ubica a su lado.

—Sí. Es acerca de...

—Adivino –interrumpe–: crees que Kaje es lesbiana. Mira, entiendo que algunos niños de nuestra generación empiecen a aceptar a los gays, pero eso no significa que todos lo sean, incluyendo a KJ. No soy homofóbica... en serio.

—Er, no es sobre eso...

—Oh.

—Es sobre Mac. Ella –Erin suspira, intentando regular sus emociones. Inhala y exhala–... Hace un par de días la invité a dormir. Cuatro, para ser exacta. Noté que tenía unas manchas en su brazo cuando se le corrió la manga del pijama.

—¿Y?

—¿Crees que sea algo malo?

—Erin, sabes que de las cuatro, Mac es la que la tiene muchísimo más jodida. Podría haber sido el idiota de su padre o su hermano. También podría haber llamado o ido a alguna de nuestras casas y comentarnos –hace una mueca de regaño.

—Yo creí lo mismo, pero me dijo que no. Temo que sea algo peor. Lo puedo sentir. Quería saber si notaste algo raro estos días en ella.

—Hm... Bueno, últimamente no nos hemos estado juntando tan seguido las cuatro por temporada de exámenes, pero la última vez que la vi parecía algo, no sé, ¿Cansada?

—Eso fue hace como dos semanas. Me acuerdo que nos juntamos. Luego fue lo de mi pijamada.

—Si tienes razón en esto de que está rara, voy a empezar a preocuparme en serio. Espera, ¿Le contaste a Kaje?

—Por ahora no quiero que se preocupe de más. KJ nos quiere mucho y nos protege, en especial a Mac. Le voy a ahorrar estrés por ahora. Bueno, te acompaño a tu casa. Vamos.

—Bueno –resopla la morena. Su amiga tenía razón, por mucho que quiera contarle automáticamente a la más alta–. Oye, ¿Quieres quedarte en casa en lo que hago mis deberes? Podemos hacer sudoku después.

Erin se ríe y mira hacia atrás para verla por un momento antes de volver a mirar el camino.

—Sí, qué divertido.

—Ey, para mí al menos lo es. Hazme el favor, porfas...

Erin sabe que Tiffany debe estar poniendo cara de perrito mojado aunque no pueda verla, así que vuelve a reírse.

—Bueno, bueno. Te debo una por hacerte perder cinco minutos de tu valioso tiempo. Pero después jugamos videojuegos.

—Es un trato.

°°°

—¿Un cinco? –Erin pregunta mientras abre una lata de refresco.

—Mmm no –Tiffany toma la lata de sus manos y da un sorbo, su mejor amiga mirándola fingiendo estar ofendida.

—Okay –vuelve a la normalidad.

Se quedan un rato en silencio. Tiffany empieza a  masticar su lápiz, significando esto que empieza a pensar más profundamente en una respuesta. Ese es el único –y algo asqueroso– sonido en la habitación silenciosa. Pronto deja de masticar y mira a Erin.

—¿Qué pasa? ¿Es sobre Mac otra vez?

—Sí. Solo me acordé. No sé, tengo un mal presentimiento.

—Justamente es un presentimiento. Mira, creo que te estás haciendo mucho la cabeza.

—Y muy de vez en cuando tengo sueños raros. El otro día tuve un déjà vu.

—Bueno, eso no es muy raro en ti.

—En una película, antes de que llegara Mac. Decía "Tenemos que permanecer juntos". Se sintió más como un "las repartidoras permanecemos juntas". No sé.

—Hm...

—¿Te suena de algo? Es que yo sé que en algún momento tendríamos que haberlo dicho, pero no sé cuándo.

—Sí, pero... Tampoco recuerdo.

Al rato, ambas se encogen de hombros, como intentando restar ese minúsculo problema. Con una sonrisa compartida, deciden continuar con el sudoku.

—Entonces... ¿Un seis podría ir? –Erin bromea.

—Ja, ja, ja... Espera. Sí. Erin Tieng, eres una genio sin siquiera intentarlo.

—Me halagas, Tiffany Quilkyn.

El teléfono se escucha en la casa. Al estar solas en la casa y con un silencio rodeándolas, no tardan en darse cuenta.

—Voy a atender –dice la morena confundida luego de unos segundos procesando. No suele recibir llamadas, al menos no a esa hora. Erin asiente sin decir nada.

En cuanto su amiga se va, se levanta de la cama donde estaban recostadas y va a la mesita de luz de en frente. Abre el cajón donde está la colección de cassettes y los ojea. No planea ponerse a escuchar música, pero quiere matar el tiempo leyendo la música que recopila cada uno, Mixtapes incluídos.

—¡Erin! –siente desde abajo. Sin despegar la mirada de su momentáneo interés, la nombrada inclina un poco la cabeza con tal de ser escuchada "mejor".

—¡Qué! –dice en voz alta.

Los pisotones de Tiffany son apresurados mientras sube las escaleras y, en menos de un minuto, ya está en la puerta de la habitación.

—Es sobre Mac.

Erin despega la vista de los cassettes, con la respiración de pronto entrecortada.

—Creo que algo no anda bien –vuelve a decir la morena.

No Punch BacksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora