7. Intruso en la mansión

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Es normal cuando el que siempre prepara la comida en la casa no quiere cocinar se ordena comida, algo que casi nunca sucede en la mansión, pero en esta ocasión fue diferente, el señor Smith no había tenido el mejor de los días y para mejorar este mal ánimo trajo pizza, algo que tanto su hija como cierto hombre tras los muros celebraron, por que comer pizza significa noche de películas, en esta ocasión la película le tocó elegir a Nila, escogiendo la de El extraño mundo de Jack, otra vez, aunque Brahms ya estaba cansado de verla, puesto que siempre se cuestiona si se trataba de una película navideña o una de halloween, pero era preferible no pensar tanto en ello y disfrutar de la película a pesar de haberla visto un millar de veces. Y eras inevitable que a pesar de que era ya hubiera terminado la cancioncita esa s d pegado, tarareaba la canción del comienzo de la película mientras se trasladaba por entre los muros, algo que hacía inconscientemente, pero no era el único, la niña también lo hacía.

— ¿Falta mucho para halloween? —pregunta curiosa la pequeña.

—Un par de meses—dice, soltando un bostezo al final— ¿Porque preguntas? ¿Acaso ya tienes en mente de que querés disfrazarte?

—No se—dice despreocupada, preparándose para dormir—pero ya quiero que sea halloween para disfrazar a Brahmsy de calabaza, ¿Se vería muy chistoso, verdad?

Apretando su mejilla—Si, se veria muy chistoso—murmura, riendo de las ocurrencias de su hija—. Ahora duérme que mañana tenes escuela, y tu también Brahmsy, nada de desvelarce está noche.

Depositando un gasto beso en la mejilla de la pequeña, hace el mismo gesto en el muñeco, hace un tiempo que venía dándole el beso de buenas noches desde que tuvo esa "charla" bastante peculiar con el muñeco, algo extraño a decir verdad, quizás la soledad ya le estaba afectando la mente, tal vez algo de terapia le vendría bien, pero siendo sinceros, jamás a confiado en los psicólogos, le dan mala espina.

Tras darse un largo y relajante baño procede acostarse, mañana tenía un día bastante ajetreado y necesitaba tener energías para poder sobrellevarlo. En cuanto su cuerpo tocó la cama cayó inconsistente, como peso muerto, a lo que Brahms aprovecha para salir de su escondite, había sido demaciado paciente, no podía más con el hambre que sentía, su estómago rugia como una bestia feroz y por un momento creyó que sería escuchado por el señor Smith, lo cual no sucedió por fortuna; bajo despreocupado las escaleras sabiendo que nadie lo vería, esto era algo que venía haciendo desde hace varias semanas, o mejor dicho meses, desde que los Smith se habían mudado a la mansión se le hizo costumbre el asaltar la heladera en la madrugada en busca de las sobras de la cena, después de todo, ¿Quién se daría cuenta que faltan una o dos porciones de pizza? Él en lo personal, no se daría cuenta, asi que comía sin miedo.

Había dejado su máscara a un lado para comer sin ningun estorbo, tampoco es como si alguien lo fuera a ver sin ella, pero no debería de estar tan seguro de ello, sin saberlo, cierta criaturita lo observaba oculta tras el marco de la puerta, estaba temblando, aterrada por aquel extraño que se encontraba en la cocina de su hogar, esa pequeña tan sólo había ido por un poco de agua y se terminó encontrando con aquél desconocido.

Procurando no hacer ruido, sube apresurada la escaleras hasta el cuarto de su padre—Papi... Papi, de-despierta—susurra la niña, meciendo levemente el cuerpo de su padre hasta despertarlo—. Hay u-un ho-ombre allá aba-abajo.

Sobresaltado se levanta y diciéndole que se quede allá arriba, procede a bajar para enfrentarse aquel intruso, deseando que se tratará de algún vagabundo que no se pudiera mantener de pie por lo borracho que se encontraba, a decir verdad ya se había enfrentado con un indigente hace muchos años, en su juventud, pero esa historia algún otro día será contada. Volviendo a lo otro, temía por su hija, su seguridad era su principal preocupación. Al asomar la cabeza casi se le va el aliento al ver aquel hombre de tamaño descomunal, era demaciado alto y podía notar si musculatura, de no ser porque entro a su casa de intruso y se encontrarán ambos en un bar le invitaría un trago con esperanzas de que hubiera algo más, pero no es momento de pensar en ello, era momento de pensar con la cabeza de arriba y no con la de abajo.

Señor Smith ᴮʳᵃʰᵐˢ ᴴᵉᵉˡˢʰⁱʳᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora