Nos permitimos un descanso en la sala, yo en el sofá, él caminando de un lado a otro frente a la mesa de centro con la vela encendida. Las demás luces se encontraban apagadas para no arruinar nuestra rutina ante vecinos entrometidos, lo que perdía importancia ante el inminente desastre revelado. Él no se atrevía a decirlo, dado el pánico, de manera que hablé yo:
—La buscarán.
—No si piensan que huyó con tu madre.
—¿Por qué supondrían eso? Un policía no huye con su amante sin decir nada, sobre todo cuando se trata de una relación entre mujeres; no son brujas, pero de seguro las colgarían.
—¡Cállate! Tu madre no dormía con mujeres, de seguro fue un malentendido.
—¿Ah?... ¿Crees oportuno entrar en negación?
—¡Sí! —se exaltó una vez más, deteniendo su andar—. Tu madre era muchas cosas, mas no una aberración.
Él sentía asco de ella, no por lo que era, sino porque la tuvo demasiado cerca. Enar consideraba que esas personas se mantenían lejos de su limitado círculo cercano, que era algo que le sucedía a otras personas, no a él. De ser capaz de experimentar empatía, habría sentido lástima por él.
—A ella le gustaban las mujeres porque le hiciste asquear a los hombres. —Su mirada me resultó satisfactoria, pues lo odiaba, de manera que su dolor me era divertido.
—¿Qué dijiste? —Me levanté del sofá para irme, pero me cogió por la camisa y me acorraló contra la pared—. ¿Cómo te atreves a decir algo como eso?
—¿Piensas que no la escuchaba quejarse cuando subías a dormir a su lado? Puede que mi habitación se encuentre a dos de la suya, mas el ruido no es algo que hayas considerado. —Lo vi a los ojos, encontrando su miedo—. Estar casados, no implica que sea imposible que se lleve a cabo una violación.
—Yo la amaba.
—Lástima, porque ella a ti no.
Mi padre era un hombre que doblaba mi peso, me superaba con diez centímetros de altura y mantenía mucha ira contenida; discrepante a lo que se esperaría, no le temía. Enar Madsen era un animal asustado a mis ojos, un gato arisco, fácil de patear para hacerlo huir: un pusilánime.
—Eres demasiado joven para entenderlo —fue como se excusó, previo a soltarme—. Ve a tu habitación, que mañana será el entierro.
No descansó en toda la noche, solía tardar de dos a tres horas embalsamando, mas ese cadáver en particular le tomó más tiempo del debido, desvelándose haciendo quién sabe qué tanto. Tampoco pude dormir, trataba de asimilar lo que su impulsividad había ocasionado en mi vida, el cambio brusco que implicaba la ausencia de un miembro de aquella casa. Me sentí vacío, no uno semejante a la tristeza o melancolía, era extraño, lo percibía como si me hiciese falta una pieza del rompecabezas que siempre fue mi cabeza. Aún después de que el sol atravesó mi ventana, no salí de la cama, seguí viendo al techo, tratando de despertar del embelesador pensamiento que me obsesionaba; no funcionó.
Ayudé con los arreglos. Había visto a Roxanne hacerlos, ser florista era algo que siempre disfrutó, y puede que no compartiéramos el gusto, mas disfrutaba de verla crear esos hermosos arreglos fúnebres. Esa tarde, cuando el sol ya dormía y la luna se negaba a levantarse, al fondo del vestíbulo de la casa se colocó un ataúd. Un florero con lirios blancos, claveles estriados, rosas malvas y otras plantas que ignoraba nombrar, reposaba a un lado de la solitaria caja: el primer y último ramo de flores que recibiría de él. Enar fue quien se encargó del resto, yo solo tuve que escoger el atuendo negro conque luciría un duelo que no sentía. Mi padre detestaba el dramatismo, por ello nunca asistía a los funerales que se realizaban en su propia casa, no obstante, el de su esposa fue la primera excepción.

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DICOTOMÍA INDIFERENCIADA
Mystery / ThrillerCiaran es un adolescente que no logra discernir entre el bien y el mal, pero sí cree saber lo que es amar. ¿Cómo se supone que sobreviva a un amor caótico si carece de la ética moral para escoger la opción correcta?... Si es que esta existe.