DICOTOMÍA INDIFERENCIADA

CAPÍTULO 11

Las clases había acabado, me sentía cansado, en lo único que pensaba era en volver a casa y dormir el resto de la tarde; pero una vez más, me cogió desprevenido. En esta nueva ocasión, no buscó ser tan sutil, ni siquiera se molestó en ocultarlo.

—Ciaran —lo escuché nombrarme, mas lo tuve que ignorarlo, no quería nada con él—. ¡Ciaran, espera!

—Ya le dije que no puedo ayudarle, oficial.

—Por favor, espera. —Me giró con algo de brusquedad—. Solo dame un minuto.

—No quiero.

Continué mi camino sin intención de ceder al peso moral, lo que implicó que empleara una postura menos amistosa.

—Sé que estuvieron juntas el día que desapareció. —Cerré los ojos y me concentré en mi respiración—. Lo curioso es que solo se sabe lo que le ocurrió a Roxanne.

—Como ya le dije, no sé nada... Cuando volví a casa ella ya se había ido.

—Pero Enar seguía ahí, ¿cierto? —Lo escuché acercarse—. ¿Sabes qué pienso? Que él descubrió que le abandonaría, y al fin enloqueció, al punto de cometer un terrible error... Ciaran. —Giré a verlo—. ¿Qué fue lo que encontraste al volver del colegio?

—Parece que sabe muy bien lo que ocurrió ese día, en ese caso, ¿para qué necesitaría hablar conmigo?

—Sería una lástima que terminaras envuelto en esto.

—Ya es tarde para llamarme inocente.

—Eso no es cierto. —Apoyó su mano sobre mi hombro—. Si dices que te obligó, te creeré.

—¿Por qué?

—Porque sigues siendo un niño... y porque no pareces ser como tu padre.

Solo decía lo que quería escuchar, haciéndome enojar el que me considerara un idiota, lo cual disfracé de negación, luego de escuchar su siguiente acusación.

—¿Sabías que ellas se miraban a escondidas de tu padre? Generalmente, en restaurantes, en casa de Robin o... en moteles cercanos. —Me irritó más la insistencia, que la insinuación lésbica, pero él no tenía por qué entenderlo—. ¿Sabías que se consideraban una pareja?

—BASTA. No pasaré más tiempo con usted.

—Comprendo que sea algo muy difícil de aceptar —me cogió de la mochila—, pero si hablas conmigo, también te compartiré lo que sé.

—¡No me interesa!

Tiré de la mochila, logrando liberarla de su endeble agarre y me fui de ahí. Al igual que la última vez, no me siguió, mas hui como si lo hiciese; se trataba de un miedo más imaginario que real, por lo que la ansiedad tardó en desaparecer. Una vez que entré a casa pude concentrarme en recordar cómo era respirar con normalidad, no había corrido, sin embargo, mi corazón amenazaba con querer salirse de mi pecho. Me recosté en la puerta y me dejé caer, quedando sentado en el suelo, escondiendo el rostro sobre mis rodillas, tratando de averiguar lo que me ocurría. Desconocía por qué me encontraba tan asustado, de manera que fue difícil conseguir tranquilizarme.

—¿Qué haces ahí? —preguntó Enar.

Levanté la mirada. Se secaba las manos con un viejo trapo que solía emplear para limpiar sus instrumentos de trabajo, arqueando una ceja al tratar de comprender lo que yo hacía ahí agachado.

—Es solo cuestión de tiempo —comenté—. La policía vendrá en cualquier momento.

—Ya te dije que dejes de preocuparte de eso, estoy seguro de que no tienen nada.