9. ¿Qué tan malo puede ser?

7.3K 578 133
                                    

Capítulo 9. ¿Qué tan malo puede ser? 

Kol

Es una mierda enorme estar sentado en una sala oscura, pretendiendo que no escucho las risitas bajas y los suspiros largos que hay a un lado de mi asiento. 

No quiero girar la cabeza porque sé lo que me voy a encontrar a un costado.

—Me largo —le digo a Summer sin importar que alguien me escuche—. ¿Vienes o no? 

Ella mira hacia la pantalla enorme donde la protagonista está corriendo de una horda de zombies y asiente la cabeza. 

—Está muy mala la película. 

Me pongo de pie mientras Summer se acerca a Lana, le susurra algo y menea la mano. 

Tomo la delantera antes de que algo haga que me quede más tiempo del necesario aquí. 

Genial, gasté dinero que estoy ahorrando en una película que no estoy viendo. 

Quiero aplaudir la estupidez que acabo de hacer. 

—Kol, Kol. —Me sujeta el brazo y bajo la velocidad—. No corras, estoy con tacones. 

—¿Y a mí eso que me importa? 

Me pellizca y paro de caminar de golpe. Ella me mira con ojos inocentes y enormes. 

Bajo la cabeza, rozando nuestras narices. 

—Última advertencia sobre tus jodidas uñas. 

Me palmea el pecho. 

—No seas tan gruñón, de seguro te gustan en otras situaciones. 

Elevo una ceja y miro sus uñas. 

—No —indico sin ánimo—, sobre todo con las que me pueden desmembrar sin piedad. 

Gira los ojos con una sonrisa. No entiendo cómo es que se ríe de lo que digo cuando lo digo muy en serio. 

No soy tan fuerte ni tengo mucha paciencia. Menos con ella. Ni con nadie. Pero lo hago por el dinero. 

Por el dinero. 

—Está bien. Nada de uñas. —No me suelta el brazo hasta que salimos al pasillo alumbrado del cine—. ¿A dónde vamos? 

—No se tú, pero yo me voy a casa. Estoy cansado.

Hace un puchero y se cruza de brazos. 

—¿Por qué? Aún es pronto. 

—Me quiero largar de esta mierda de cita antes de que me arrastres a alguna otra tontería y fingir que disfruto de besarte. 

Sus ojos se entrecierran con rabia. 

—No eres muy bueno besando que digamos.  Además, ni siquiera he intentado besarte. 

—Y no lo harás porque no quiero tu saliva en mi boca. 

Hace una arcada, metiendo un dedo en su boca. Mierda, esta chica es molesta, muy molesta. ¿Qué sigo haciendo aquí? 

Oh, si. Su auto. 

Me adelanto, escuchando sus pasos detrás de mí. Una mano me sujeta de la camisa, jalando hacia atrás y paro. 

—¿Puedes dejar de correr? Estamos caminando y, tienes las llaves de mi auto. 

—Yo conduzco. 

Voltea los ojos. 

—¿Puedes dejar de hacer esa mierda de cosa que haces con tus ojos? Se van a salir de su lugar. 

Una mentira blanca para una alma destrozada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora