20. El asunto se está saliendo de las manos

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Capítulo 20. El asunto se está saliendo de las manos

Summer

Me termino la segunda fundida de papitas con sabor a cebolla y tomo un sorbo de la gaseosa.

Estoy terminando la última tanda de envío de velas aromáticas con la temática de verano. 

Gracioso. Summer = Verano.

Sacudo la cabeza y tecleo con fervor para terminar esta misma tarde y tener libre la noche para dedicarme a seguir viendo esa serie coreana que me dejó picada hace unos días. 

No pensar en la fiesta de cumpleaños es la tarea principal de este día. 

No debo pensar en las amigas de mamá, que de seguro estarán en la fiesta, listas para dar sus opiniones sobre mi cuerpo y de lo bien —o mal— que luce mi atuendo, o sobre cómo mi hermana es mejor que yo. Siempre mejor. 

Suspiro. Me sujeto la cabeza y cuento hasta cinco.

No pienses que esas amistades que dejaste atrás y que sólo se acercan a tí cuando quieren que les des algo. 

No piensen en que te muestran lindas sonrisas y dicen cosas feas a tu espalda. 

No pienses en los rumores falsos o las mentiras que dicen para hacerte sentir pequeña e inservible. 

No pienses. No pienses. No pienses. 

Mi celular timbra. Muevo los papeles de colores a un costado y veo los mensajes de Acacia que siguen llegando como si estuviera pidiendo ayuda, pero sé que no lo necesita. Es para contarme algo, pero mi cabeza no da para retener información. 

Prefiero concentrarme en acabar estas velas. 

Dejo en silencio el celular. Continúo enviando correos y respondiendo algunos cuantos. El tiempo se me pasa tan deprisa que no me percato que ha oscurecido rápido. 

El estómago gruñe con hambre y la espalda me duele por la mala posición en la que estoy. 

Reviso el celular para desestresarme y darme un tiempo para seguir con el trabajo. Tengo varios mensajes de mis amigos y estoy a punto de abrir los de Dona cuando veo que me ha llegado uno de mamá. Y sonrío.

Mamá: tus tíos y papá llegarán antes de tiempo. Quizás lleguen hoy mismo. 

Pataleo en el piso, sintiendo la felicidad burbujear en mi estómago por saber que mis tíos también estarán para mi cumpleaños. 

Muy pocas veces pueden tomarse el tiempo de reunirse fuera de los conciertos y giras que dan, cada quién está con sus familias. Pero este fin de semana no. Estarán conmigo. 

Salto del asiento y corro por la habitación arreglando y alistando mi maleta para mañana partir a primera hora. 

Si estoy de buen humor, puede que hasta hoy mismo salga. Pero después recuerdo los pedidos que me faltan por revisar y responder, y las ganas se me esfuman. Debo trabajar.

Dejo la maleta junto a la puerta para salir corriendo mañana. 

La puerta suena por los golpes leves y se abre al mismo tiempo que digo:

—Pase.

La chica que vive al lado de mi dormitorio sonríe con cortesía y eleva una bolsa de plástico.

—Creo que volvieron a confundirse porque me dejaron un lindo regalo que no es mío porque mi cumpleaños aún no es. —Lo deja junto a mi maleta hecha y eleva una ceja con intriga—. ¿Te vas de vacaciones? Creí que te quedarías como las otras veces.

Una mentira blanca para una alma destrozada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora