15. Ella me quiere matar

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Capítulo 15. Ella me quiere matar

Kol

—Auch. Carajo.

—¿Kol? ¿Kol?

¿Ese es el infierno reclamando mi alma por haberme portado mal? ¿Por haber dicho muchas malas palabras? ¿O por reírme de Leister cuando se atragantó con la comida del otro día?

—Kol, ¡responde! No es gracioso. 

Es sólo Summer. 

Sacudo la cabeza y elevo mi espalda del piso mojado, resbaloso y lleno de lodo que se me pega al cuerpo. 

Me duele una barbaridad el abdomen. Miro hacia el lado donde un tronco grueso de árbol detuvo lo que, de seguro, era mi muerte. 

Unas gotas de agua caen de mi rostro hacia mi ropa y me detengo a mirar cuando me doy cuenta que son rojas las gotas. 

—¡Llamaré a una ambulancia!

—¡A la policía también para que te alejen de mí! 

Subo la cabeza y mis ojos se expanden como los dibujos de las caricaturas cuando encuentro mi auto a unos centímetros de mi cara, atorado entre ramas que detuvieron el peso del vehículo y de que me aplastara, dando fin a mi existencia.

Es definitivo, debo alejarme de Summer o me va a matar sin querer. O queriendo, no lo sé aún. 

—¡Llegarán en unos minutos! —Camina entre los árboles, sosteniendo su peso entre las ramas—. ¿Puedes moverte?

Hago el intento… Mierda. Mierda. ¿Por qué me duele tanto? 

Subo la camiseta mojada y sucia para ver lo que me está ardiendo y gimo internamente. Hay un rasguño profundo que recorre mi estómago. No soy médico, pero hasta yo sé que esto necesita puntos. 

No puede ser que mi día se haya ido tanto al carajo solo por intentar tranquilizar a Summer. 

Es una maldición estar con ella. 

En mi vida pasada debí haber roto un espejo o haber pasado debajo de una escalera para que la mala suerte me haga sufrir de este jodido modo. 

Me apoyo del tronco que salvó mi vida y me pongo de pie con mucha dificultad por el escozor que me provoca la herida. Me duele todo el cuerpo como si hubiese bajado resbalando por una colina. Oh, espera. Eso hice. 

Las sirenas se escuchan a lo lejos y espero que la policía esté entre esos autos porque no pienso acercarme más a Summer. 

—¡Por aquí! —grita y salta como en un concierto de rock para llamar la atención de la ambulancia. 

No es que ellos no se den cuenta de en dónde estamos, somos los únicos que estamos aquí. 

Una maldita mala idea el haber hecho caso de lo que decía Summer. 

Cuánto te odio Summer Casablanca. 

Escucho puertas, pisadas y voces. Tres paramédicos se mueven por el lugar. Dos de ellos bajan por mí con mucho cuidado y uno se queda con Summer hablando. 

La paramédico que se acerca primero me toma del brazo con suavidad.

—Necesito que te mantengas quieto para revisarte. 

—Estoy bien. —Suelto el brazo de la paramédico que me frunce la boca con desagrado—. Tengo una herida en el abdomen, nada más. Quiero salir de aquí antes de que mi auto me aplaste. 

Ambos paramédicos giran hacia donde mi auto sigue estancado y se miran sorprendidos. El hombre me inspecciona visualmente con rapidez y asiente la cabeza a su compañera. 

Una mentira blanca para una alma destrozada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora