Capítulo 14. Los fantasmas del pasado
Summer
Arreglar la habitación con música alta de fondo debe ser recomendado como un remedio casero para aliviar, un poquito, la pesadez del pecho.
Debería saber por qué me pesa el pecho, pero no tengo idea de cuál de todas las razones que zumban en mi cabeza es la correcta.
¿Aprobar el examen de pasado mañana? ¿La fiesta de cumpleaños que, de seguro, mi mamá organizará? ¿No fracasar en el intento de crear mi propio camino? ¿Sobre salir de la sombra de mi hermana? ¿Ser capaz de lograr todo lo que me propongo sin dejar a medias mis otros proyectos?
No sabría por dónde comenzar a responder cada cuestión que siempre me carcome la cabeza.
Golpean la puerta y la sonrisa de Dona aparece al abrir y entrar sin necesitar invitación.
—He venido a invadir tu espacio personal hasta que Dan se desocupe de su proyecto con sus compañeros que no me agradan mucho. —Sostiene las velas que tengo en la cama y me ayuda a arreglarlos en el estante que tengo colgado en la pared—. ¿Cómo te va con tu novio guapo?
Suspiro.
—Estamos bien.
—¿Qué te preocupa ahora?
Encojo los hombros.
—¿Todo? —Me río aunque no tenga ganas de reír—. Estoy en esa etapa de la vida en la que no sabes qué hacer con tu vida.
—Dime cómo salir de esa etapa por favor. Estoy cansada de seguir pensando en qué trabajé cuando me gradue —se queja Dona a mis espaldas.
Sigue arreglando las velas, dejando que todas luzcan bonitas y cada una tenga su forma de resaltar.
Algo que yo no puedo lograr.
—¿Sigues pensando en Leister?
Dejo la última vela sobre mi mesa de noche. Mi vela favorita, la que tiene olor a canela y manzana. La que me recuerda al pastel que suele hacer mi abuela.
—No quiero mentir.
—No es necesario que me mientas.
Dona se sienta en mi cama y da palmadas para que me siente a su lado. Arrastro los pies por el piso de madera gastado y me siento, dejando que mis piernas descansen.
Me empuja para que me recueste en la cama y hace lo mismo a mi lado.
—¿Qué pasó entre ustedes? Nunca nos contaste el por qué terminaron.
Me muerdo los labios y dejo salir el aire contenido en mi pecho.
—No sé. Pensé que estábamos bien, pero… —elevo los brazos—, al parecer sólo yo me sentía bien en la relación.
No quiero que mi voz se quiebre, pero lo hago.
No quiero que mis ojos se llenen de lágrimas, pero lo hago.
No quiero sentirme como si estuviera perdida aunque conozco el camino de regreso a casa, pero lo hago.
—¿Cómo se hace para olvidar a alguien? —susurro con un poco de esperanza derramada en cada palabra.
—Lloras. Lloras lo que tengas que llorar, y sigues avanzando. Y si más adelante sientes ganas de volver a llorar, lo haces; y sigues avanzando. —Su mano busca la mía y la encuentra a medio camino. Entrelaza nuestros dedos con un suave apretón—. Dejar a alguien no es fácil. No es como sacar la basura y esperar que el camión se lo lleve. No es algo que logras hacerlo con facilidad y de golpe. Habrá recaídas, habrá ganas de llamar a esa persona, buscarla, saber si un salto de fé podrá solucionar lo que no se pudo en el pasado. Pero debes tener en claro que esa persona no te quiere de la misma forma que tú lo haces o habría luchado.
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Una mentira blanca para una alma destrozada ✔
Roman d'amourTercer libro de la serie "El color perfecto" Sinopsis Summer Casablanca acaba de terminar su relación. Corrección. A Summer la dejaron; por diferencias irreconciliables. Summer está destrozada, lo único que quiere hacer es enseñarle a su ex novio...