Una mentira blanca para una alma destrozada ✔

38. Construyendo la felicidad

Capítulo 38. Construyendo la felicidad 

Kol

El día de la boda…

—Kol —gime contra mi oreja. Suena como a una canción a la que podría ponerle en repetición por siempre y no podría cansarme nunca—, alguien nos puede ver. 

Su aviso llega al mismo tiempo que un golpe en la ventana del auto.

Retiro la mano de debajo de su blusa y volteo el rostro hacia el costado donde encuentro al próximo maldito que va a morir. 

Clark me sonríe, cubriendo sus ojos con una mano.

—Prometo que no vi nada.

Bajo la ventanilla de mi lado mientras Summer se arregla la ropa y el cabello.

—Ojalá sea algo importante o podrías morir antes de la boda.

Él sonríe. No logro comprender su actitud positiva o el hecho de que no me crea cada vez que lo amenazo. No me gusta que no me tome en serio.

—Solo vengo a dar la voz de información. —Señala a Summer con dos dedos—. Te necesitan para arreglar tu cabello o maquillaje, pero te necesitan. 

Summer niega la cabeza.

—Aún faltan horas para que comience…

—La boda es en menos de tres horas. 

Summer grita, el corazón casi se le sale. Abre la puerta de un solo tirón.

—¡Se supone que se casan más tarde! 

—La boda es a las seis —indica Clark viendo cómo mi mujer corre hacia el interior de la muy exuberante capilla donde Liam y Lana se van a casar. 

Es como los cuentos de hadas, o eso dice Summer.

Clark apoya los brazos en la ventana de mi lado y sonríe, como si el momento más caliente de mi día no hubiese sido interrumpido.

—¿Y? ¿Qué tal? ¿Disfrutando del parqueadero?

—¿Qué quieres? —murmuro de mal humor mientras salgo del auto y voy al interior donde Liam se encerró en la habitación con Taylor por los nervios que empezó a consumir su mente esta mañana.

—Necesito un favor.

Volteo los ojos escuchando sus pasos tras mí.

—¿Qué quieres?

—¿Puedes preguntarle a Summer donde vive Adams?

Dejo mi mano sobre la puerta donde hay risas que suben de volumen. Elevo una ceja y lo miro.

—¿Qué quieres hacerle?

Clark se señala con ambas manos.

—¿Hacerle? —dice con voz chillona—. Solo pretendo hablar con ella. 

La puerta se abre y mi mano cae a un costado. Taylor nos mira a ambos, usando solo un pantalón jean.

—¿Qué hacen ahí? Deben cambiarse. 

—Clark quiere tu ayuda. —Empujo a Taylor a un lado y sigo de largo donde Leister está sentado en un sillón reclinable con una botella de tequila que destila un olor tan potente como un hospital con medicamentos.

—¿Qué haces con ese veneno? —Me tiro a su lado.

Leister eleva la botella señalando a Liam que va de un lado a otro.

—Le digo al futuro marido de Lana que debe tomarse un poco de valor líquido para que deje los nervios encerrados en una esquina. 

—No lo hagas —murmuro, llamando la atención de Liam que me mira con la mayor cara de preocupación que jamás le vi—. Se te puede romper tu cajita de la risa.