18. Si tan solo él no fuera un mal perdedor

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Capítulo 18. Si tan solo él no fuera un mal perdedor

Summer

Muevo las manos entre sí. Calentando las palmas. 

—A ver… a ver —murmuro con una sonrisa enorme. Kol parece cada vez más nervioso—. ¿Te gusta el sadomasoquismo?

Suspira por un largo tiempo. Se pasa las manos por el rostro y me mira. Vuelve a cubrirse el rostro y me mira con los ojos entrecerrados. 

—¿Por qué quieres saber? 

Encojo los hombros. 

—Curiosidad —digo con sinceridad—. Nunca me había topado con alguien que le gustara. O bueno, puede que sí me haya topado pero nunca me enteré. 

—No te topaste conmigo. Buscaste entre mis cosas. 

Me cubro la boca ocultando la sonrisa que no se le pasa desapercibido. 

—Fue sin querer. Lo juro. 

Eleva una ceja, sin creerme en lo absoluto. En realidad, ni yo logro creer lo que digo. Porque la curiosidad mató al gato. 

Me acerco más a él. Sentada sobre mis piernas, esperando con mucha curiosidad lo que me quiera contar. 

Vuelve a suspirar. Esta vez suena más a una rendición. 

—¿Qué quieres saber?

—Bueno —toco con las uñas mis dientes, provocando que suene—. ¿Qué es lo que te gusta? Ya sabes, eres como el señor Grey o algo así. 

Suelta una risa que retumba por el dormitorio. Se queja y se toma la herida sin dejar de reír. 

—¿Señor Grey? ¿Hablas de esa película mala?

—Oye —protesto—, no es tan mala. 

—Mira, esa película te muestra muy poco de lo que en realidad es el BDSM. 

Abro los ojos. Me acerco más a él provocando que aleje la cabeza. 

—¿Hasta que tanto has llegado tú? 

—Se supone que solo debería responder una pregunta. 

—¡No! No puedes dejarme con la duda. Quiero saber más. 

Frunce la boca, como si fuera el adulto que no está seguro de hablar de sexualidad con el niño. 

—Lo que sea —me dice. Se acomoda en el cama—. ¿Qué más quieres saber? 

—¿Cómo… te metiste en eso?

Se rasca la barbilla como intentando recordar.

—No lo sé. ¿Porno? 

Ladeo la cabeza.

—¿Porno?

—Si. —Asiente como si fuera obvio—. Cuando era más joven, veía videos y me encontré con algunos que eran bondage y dominación. Me gustó y empecé a explorar…

—Por internet.

—Si. —Menea las manos en el aire—. No es como en esa película que algo trágico debe suceder para que te guste. A veces, simplemente, te gusta. 

Me lamo los labios, pensando. 

—¿Cómo encuentras a alguien que también le guste?

Chasquea la lengua con disgusto.

—Es complicado. No puedes saltar hacia la primera persona que encuentras y decirle si quiere probarlo. 

Coloco las manos sobre las piernas, más interesada cada vez en lo que dice. 

Una mentira blanca para una alma destrozada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora