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MexCor
Omegaverse

Es viernes por la mañana, México no tiene que ir a trabajar, su querido omega en cinta está dormido y es demasiado cálido como para salir de la cama

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Es viernes por la mañana, México no tiene que ir a trabajar, su querido omega en cinta está dormido y es demasiado cálido como para salir de la cama.

¿Que debería hacer?

Nada, exactamente nada, dormir abrazando a su pareja y dejarse llevar por su olor a galletas que se mezclaba con el olor a leche por el embarazo además de su propio aroma a café, una linda combinación.

Tomo su teléfono quitando todas las alarmas para después volver a taparse con las cobijas, de paso acurrucandose con su omega quien al sentirlo se acerco más a el para abrazarlo.

El sueño duro en ambos hasta que dieron las nueve a.m. cuando el coreano despertó con hambre e intentó levantarse con algo de dificultad por su vientre y seguir adormecido del cuerpo.

— ¿Qué paso? ¿Te sientes mal?

El menor se dio la vuelta encontrándose con el mexicano que lo veía preocupado y con una sonrisa nego ante las preguntas del contrario.

— No, solo me dio hambre.

— Espera aquí, no te levantes.

México se paró de la cama y lo recostó de nuevo, no tardó nada en ir a la cocina y regresar con un plato de fruta y una malteada de chocolate. Procediendo a alimentarlo con cariño entre pequeñas risas y caricias hasta que el surcoreano termino su desayuno.

— ¿No fuiste a trabajar?

— No, nos dieron el día, además, que mejor que estar con ustedes todo el día, sin hacer nada.

— Eso es cierto...

El omega se estiró un poco y volvió a recostarse siendo seguido por el moreno, se abrazaron al tiempo que el mexicano tomaba el control de la televisión y buscaba una película que ver. Llegando así hasta el medio día, donde el alfa pidió comida a domicilio y en la espera se acomodó dejando su cabeza descansar en las piernas del de cabello castaño dando besos en su vientre junto pequeñas caricias con palabras de amor.

El timbre de la casa se escuchó y el mexicano se levanto olvidando que aún vestía su pijama. Dándose cuenta de ello cuando abrió la puerta de su hogar para recibir la comida y el repartidor lo miro extrañado, o mejor dicho, miró su pijama de dinosaurio.

— ¿Qué?

Se dio el gusto de usar su voz de mando al ver que el contrario era un joven alfa.

— T-Tengo su pedido.

— ¿Y qué esperas?

El chico iba a entregarle la comida hasta que un aroma dulce se hizo presente.

— No seas grosero.

Ambos alfas voltearon a donde estaba el omega de brazos cruzados con un pijama similar al del alfa pero color amarillo, dejando ver su pequeño vientre, de aproximadamente siete meses.

— Lo siento...

El mexicano murmuró una corta disculpa y tomo su pedido, consiente de que el repartidor miraba tímido a su pareja, pero como podría culparlo, si su aroma era el más maravilloso del mundo, por lo que le dio el dinero y le cerró la puerta en la cara.

— No le diste propina.

— No lo golpeé, que se conforme con eso.

Volvieron al cuarto donde el omega no tardó en regresar a la cama cansado por haber bajado y subido las escaleras.

— Desde ahora tienes prohibido salir del cuarto, no quiero que te lastimes.

— Estoy bien solo seria tener cuidado.

El coreano rodó los ojos por su alfa sobreprotector.

— Pero yo dije que no. Ahora come.

Le sirvió la comida y después a el, para después sentarse a su lado y empezar a comer también.































































































































Le sirvió la comida y después a el, para después sentarse a su lado y empezar a comer también

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Me imaginé a un Corea del sur cuyo aroma son galletas María. Me niego a soltarlo

❤🇲🇽🇰🇷❤

𝚃𝚑𝚒𝚛𝚝𝚢 𝙳𝚊𝚢𝚜 𝙲𝚑𝚊𝚕𝚕𝚎𝚗𝚐𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora