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— ¡Papi! ¿A qué hora llega Rusia?
Chilló un pequeño niño vestido con una pijama de borreguito hacia su padre, quien mandaba unos cuantos mensajes.
— URRS dijo que estaban por llegar...
Murmuró en medio de un bostezo, veía cansado a su pequeño hijo omega, rogando por que su amigo llegará aunque tampoco le agradaba la idea de que su hijo estuviera con un alfa. Sin embargo, se controlaba debido a que URRS era su socio de trabajo además de que era un alfa puro y el era un Beta.
Salio de sus pensamientos gracias al timbre de su hogar, haciendo que tuviera que ir a abrir la puerta. Vio a su amigo y compañero de trabajo, un hombre imponente y de gran porte, en cambio su hijo se veía algo asustado mirando a los niños con otros disfraces en la calle, usando un disfraz que simulaba ser un lobo. Un lobo asustado, al recordar como era en realidad el ruso, su preocupación se disipó lentamente.
— No te preocupes, traeré a tu hijo a más tardar a las once.
— Cuídalo por favor.
Pidió casi en súplica viendo como su hijo salía de la casa tomado de la mano del pequeño soviético.
— Él estará bien, va conmigo y con su futuro alfa.
Soltó lo último en una carcajada, sabiendo que el español ya estaba harto de sus bromas, pero ni siquiera bromeaba, era más como un aviso.
— Ya basta URRS.
España vio como se alejaban caminando en la acera, llendo a la casa más cercana a buscar dulces. Suspiró para después entrar a su hogar esperando a que su hijo regrese.
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— ¡Vamos Rusia! ¿Por qué vas tan lento?
México jalaba su brazo haciéndolo caminar, pero el contrario se encontraba nervioso viendo a los demas niños alrededor.
— Corre. Los papás de USA tienes dulces caros.
Mientras que Rusia hacia lo más posible para no interactuar con los demás, México se esforzaba por ir en grupos a las casas.
Pasaron casi 20 minutos para que el omega se cansara y empezara a poner más atención en el albino, dándose cuenta lentamente que a Rusia le daban miedo los demás disfraces, en especial los que eran de zombies, lo ponia nervioso y que erizaba la piel.
— Ya se que te pasa.
— ¿De qué hablas?
— ¡Te da miedo Halloween!
Alzo la voz alarmando al alfa quien rápidamente le cubrió la boca.
— ¡No digas eso! Si mi padre se entera, va a regañarme.
Murmuró lo último sabiendo que su padre no dejaría de reclamarle por un tonto miedo.
— Pero no esta mal que te de miedo. A USA que dan miedo las arañas, debiste verlo cuando Australia le enseñó su nueva mascota.
— Pero es diferente, mi papá es URRS.
México se quedó callado pensando en cómo ayudar a su amigo, entonces se le ocurrió una idea.
— Haré que regresemos a mi casa, veremos la película que tu quieras.
Le sonrió y fue con el adulto que los cuidaba.
— Señor URRS, ya quiero ir a casa.
— Pero son las nueve apenas. ¿Seguro de que te quieres ir?.
— ¡Quiero ir a casa!
— Tranquilo, ya nos vamos.
Decidio acceder antes de que el mexicano iniciara una rabieta, aunque fuera su futuro suegro, no estaba dispuesto a presenciar un berrinche suyo.
Tomo a ambos niños de las manos y regresaron a la cada del latino, no tardó mucho en salir el español a recibir a su hijo, pero este le preguntó si podían ver alguna película, accediendo de inmediato al ver sus ojitos suplicantes.
— ¿Que quieres ver Rusia?
— Nada de terror...
— Mmh... trataré de buscar algo.
Murmuró el omega, sintiendo como el ruso se acostaba a su lado en el sofá, dejando caer su cabeza en el regazo de México, quien empezó a acariciar su cabello albino.
Una escena tierna y odiosa para los adultos, cada uno tenía una opinión diferente sobre lo que veía. El soviético encantado y el español abrumado.
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