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Usamex
Omegaverse

USA sabe que a su omega le aterraba la lluvia, el sonido de esta cuando era realmente fuerte, ni hablar de los truenos que le hacían temblar

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USA sabe que a su omega le aterraba la lluvia, el sonido de esta cuando era realmente fuerte, ni hablar de los truenos que le hacían temblar. Justo como ahora.

Cuando llegó a casa y los truenos empezaron a aparecer poniendo nerviosos al omega moreno, lo sentía por la marca que los unía además de como se encogia en su lugar con cada estallido.

— ¿Seguro que estás bien?

— Si, no pasa nada, de seguro no debe faltar mucho para que termine.

Le dijo con una suave sonrisa que no logró convencer a su pareja, lo cargó y le llevó a la isla de la cocina donde le sirvió la cena que había estado preparando.

— Ahora vengo, ¿Si?

El mexicano asintió mientras tomaba un bocado, viendo como su alfa se alejaba llendo en dirección al cuarto. Siguió comiendo, viendo en ocasiones al estadounidense que regresaba a la sala tomando algunas cosas, entre ellas su caja de herramientas, sábanas que sacó de un armario e incluso las series de navidad.

De no ser por la lluvia ya estaría curioseando por donde estaba el rubio al igual que preguntando por lo que hacía. Pero por el momento, o mejor dicho, por el clima prefería quedarse quieto hasta que pase.

Cuando terminó se bajó del banco en donde estaba sentado para dejar su plato para lavarlo después.

Se dio la vuelta para buscar a su alfa pero lo encontró entrando a la cocina.

— ¿Qué hacías?

— Oh, nothing.

Lo tomo de la cadera apegandolo a el en un cálido abrazo que logró calmar al menor por unos segundos, eso hasta que llegó un trueno más fuerte que los anteriores, uno que hizo que ambos se sobresaltaran, incluso que las ventanas temblaran y se escuchara el ruido de su temblor, pero México se permitió gritar cuando la luz desapareció y quedaron alrededor de la oscuridad.

— Tranquilo, solo se fue la luz, no tardará en regresar.

Habló el estadounidense acariciando las espalda del castaño quien no se separaba del pecho del alfa.

— Vamos a la habitación, estarás más tranquilo.

Se agachó con cuidado pasando sus manos por detrás de los muslos del omega para poder cargarlo dejando que este lo abrazara como si fuera un koala y fueron a pasos lentos a la habitación para evitar tener un accidente.

Cuando ya habían llegado, México decidió levantar la mirada del cuello cuyo aroma le tranquilizaba y vio pequeñas luces fosforescentes que resaltaban entre la oscuridad en lo que podía adivinar que era la pared y techo.
Recordando de inmediato que eran las estrellas que decoraban el cuarto, por que si, también le estresaba la oscuridad.

𝚃𝚑𝚒𝚛𝚝𝚢 𝙳𝚊𝚢𝚜 𝙲𝚑𝚊𝚕𝚕𝚎𝚗𝚐𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora