Random [Actualizaciones Espóradicas]

Encomienda Felina[Mitologia]

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Esto, es un fanfic de la historia de Frann Gold, "Una musa para el dios de la guerra" dónde Dionisio comete un crimen que deja una rojiza consecuencia que a la vez tiempo después cumpliría con su presencia el sueño de la diosa Artemisa, que desde siempre ha añorado ver un hada. Dejo el link de la historia en comentario de este parrafo

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Era de madrugada, no tenía claro que hora para ser exacto, pero nada de eso importaba, andaba fuera de sí mismo, sin saber a dónde ir, sentía la caricia del viento como intentando aplacar el ardor de sus heridas, él mismo se las había hecho cuando asimiló lo que hizo, cuando vio tantos seres caídos sin aliento en sus cuerpos... cuando supo la atrocidad cometida, tragó y volvió a gritar rasguñándose el rostro de nuevo

Quería sacarse los ojos si con eso conseguía dejar de verlos, pero temía que entonces eso fuera lo único que viera, pero necesitaba olvidarse de eso, de ella también y lo que le hizo, él no quería, él cumplía una orden y tampoco sabía lo que les iba a hacer verter ambrosía en el agua, pero ya lo había hecho y ahora solo quería gritar, quería huir, quería volver a ser humano y poder morir para olvidarse de ello, beber del río y jamás recordar lo que hizo, pero no lo merecía y así, ahora vagaba cual sátiro perdido, sin rumbo y por momentos gritando adolorido, doliéndole cada ser que vio

La madrugada seguía su rumbo y él sin pensar, pero dejando que sus pies le pusieran a salvo, llegó a su templo. Llegó casi a rastras, sus ménades corrieron a recibirle, le aturdieron con preguntas temiendo que hubiera sido atacado, él ni sabía de qué heridas le hablaban, pero ellas y todo ese ruido empezaba a disgustarle. Lo siguiente que oyó fue un grito y todas huyeron de ahí, se vio con sangre en las manos y ni siquiera asimiló que había atacado una de ellas casi rasgándole el rostro de punta a punta con las zarpas casi felinas que tenía esa noche y que eran las mismas que lo habían herido como para entrar a rastras, recogerse en su camastro y abrazar las almohadas hasta sepultarse en ellas...

Como si fuera un eco las oyó fuera ordenar que fueran a alguna parte. Él solo se recogió en su sitio, cerró los ojos y para cuando se dio cuenta se ahogaba en llanto incontenible, temblando de miedo cuando empezó a sentir que el peso sobre sí mismo, disminuía y la tenue luz de sus antorchas entraba poco a poco por todo pequeño lugar. Se sofocó, le tembló el labio y se imaginó enjuiciado sin saber qué hacer para dejar de llorar. Lo habían encontrado, necesitaba huir, no tenía a dónde, así que se atrevió a abrir los ojos y encontrar tres rostros familiares

-¿Dion?- dudó Hermes sin descender, frente a él Apolo seguía quitando cojines viéndole pocos segundos volviendo a la tarea de desenterrarle y Artemisa le rozó el pómulo adolorida de verlo en ese estado- ¿estás bien?- insistió el alado buscando que el vid dijera algo y Dionisio solo miraba a la cazadora recogiéndose cada segundo con más terror

Ella lo sabía, por eso lo miraba dolida, él sabía que ella estaba al tanto de su atrocidad, Artemisa jamás lo iba a perdonar, ella las adoraba, ni siquiera había visto una y ahora posiblemente jamás viera una, él las había matado y ella lo sabía y ahora le haría lo mismo, por eso traía el arco. Tembló aún más volviendo a llorar, alcanzando a negar, queriendo clamar, pero sin lograr encontrar su voz balbuceó cosas sin sentido recogiéndose sobre sí mismo clamándole piedad cuando ella intentó rozarle de nuevo el pómulo y él se creyó condenado

-Yo no quería, te juro que yo no sabía lo que les pasaría, jamás lo haría- defendió histérico porque lo dejaran huir, ¿Qué les pasaba? Eran sus hermanos, ¿por qué no lo dejaban irse? Volvió a recogerse en su sitio antes de pensar en un eclipse- ¡NO TE ME ACERQUES!- la gritó la última vez que ella lo intentó- no la dejes que se me acerque, me va a matar- condenó en hilo de voz gateando hasta hacerse tras Apolo- no sabía lo que les iba a pasar- intentó defenderse del juicio que ninguno le hacía teniendo a Apolo como escudo sintiéndose indefenso cuando el arte se quitó pese a que Dionisio se le aferró a la túnica para que no lo dejara ahí, indefenso ante tan letal cazadora