Confidentes Clandestinos [Mitologia]

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Con los ojos todavía brillando de placer y lujuria, fue ella quien se giró para quedar bocarriba recostada sobre su pecho sintiendo como él le acariciaba el vientre, cada uno recordando la realidad lentamente, volviendo a ver en el otro al cómplice y no al amante en el que pensaron mientras estaban juntos y casi al mismo tiempo exhalaron, con una sonrisa confidente y resignada a volver a hacerlo entre ellos, ante la ausencia de la persona deseada

¿Se querían? Se adoraban como a nadie, más no del modo que se pudiera pensar. Querer y amar eran tramos diferentes, se querían tanto como para acudir al otro, cuando les urgía no pasar solos la noche, pero no se amaban, cada quien aceptaba el rol de ser alguien más y al terminar volverse a ver a los ojos con la gratitud de dar con otro actor que cumpliera su papel, sin exigencia, sentimientos, ni celos como para que terminara olvidando que aquello era actuado y pidiera atención.

Solo, eran muy buenos amigos, nada más y precisamente por eso es que después del sexo, en esa cama solo quedaban dos amigos que hablaban de todo como si nada hubiese pasado, tal como ahora en que sus ojos miel casi dorados, alzaron la vista y se quedó mirándolo

-A veces me pregunto en quien piensas cuando me lo estás haciendo- comentó ella jugando con las sabanas, logrando sacarlo de sus pensamientos y que le sonriera intrigado por el comentario

-Siendo honesto, no lo sé Thalía- admitió y la muchacha de cabello avellana no le creyó- es verdad- aseguró al verla entrecerrar los ojos ofendida de ocultarle algo- en su momento era Daphne, luego Cassandra, Quione, Cirene y así hasta que simplemente no lo supe, solo es alguien que para variar, no está- alcanzó a lamentar, pero guardó silencio cuando ella le puso el índice en los labios

-Precisamente, Apolo, el sentimiento es el mismo, sin importar la pareja de turno que tengas, se lo haces a la misma persona, siempre ha sido así, por eso me lo pregunto- explicó cruzándose de piernas, meciendo graciosamente su piecito antes de suspirar- yo pienso en Momo- confesó la musa sonriendo y viendo el techo ensanchó la sonrisa para camuflar el tener que tragar lento

-Difícil personaje- reconoció acariciándole el cabello hasta que se calmara

-Para ti lo es, eres demasiado meditabundo, serio y severo, para ser Momo, no sonríes tanto, ahora eres de risa escasa incluso, pero sigue siendo más fácil, que ser alguien sin pista- añadió con agrado cuando la abrazó por la cintura- me complicas la vida Apolo, tengo que adivinar quién quieres que sea y ahora resulta que ni siquiera tú lo sabes- rio, reacomodándose a su lado recogiéndose hasta verse diminuta

-¿Te debo una disculpa?- bromeó besándole la frente sintiéndola apoyar la cabeza en su pecho- prometo que cuando lo sepa te diré, si es que antes no nos damos cuenta de lo nocivo que es este engaño- le recordó y la vio fruncir el ceño, odiaba pensar en eso- no eres ella y no soy Momo, Thalía- le insistió cuando la musa hundió el rostro en su pecho caprichosa a oírle- esto no puede ser bueno- añadió más para él que para ella, pero igual lo escuchó

-Para mí lo es, para ti también, es todo lo que tiene que importar, ¿O qué sugieres? ¿Ir a buscarles y estar con ellos?- rio divertida de imaginar tal escena- me vería absurda buscando un ser que es invisible porque tiene prohibido regresar, casi tanto como tú yendo a buscar alguien que no sabes quién es- atacó con palabras ocultas en su tono cómico- sabemos que si algún día les encontramos, esto terminaría... mientras, es un escape- explicó y Apolo le sonrió al menos complacido de saber que sin importar el tiempo en que habían sido amantes, aun no existía confusión ni sentimientos comprometedores- Apolo...- llamó tras segundos en silencio en que él se estuvo viéndole el cabello- ¿nunca has pensado que tal vez... la conoces de siempre?- preguntó con cautela captando recién que su cabello era del mismo tono que el de los astros- alguna vez me dijiste que te gustaba mi cabello- continuó al verle subir las cejas, exigiéndole una explicación que Thalía no quería dar- es como el tuyo y el de...- dejó la frase sin terminar

-Artemisa- completó viendo uno de los mechones que se quedó sujetando sin apartar la vista; la sintió afirmarle casi precavida de disgustarle y tranquilizarse cuando le sonrió al recuerdo de su hermana- no- descartó divertido de tal ocurrencia, todavía acariciando con cuidado ese mechón

Thalía, prefirió no contradecirlo, sonrió como si hubiera dicho un desvarío, pero ella que tantas veces llegó a ver esa mirada, ahora estaba segura de quien era en quien pensaba cuando estaba con ella o quien fuere y lo encontró lógico. Una única amante, la única que podría ansiar e idolatrar y la única que no podría tener... entendió y suspiró acomodándose sobre él, le dejó un beso en cada mejilla, antes de rozarle con la nariz, oscureciéndose su mirada, preguntándose qué situación era más compleja, la suya o la de él

-De verdad, pensé que Momo volvería- admitió la musa de repente reconociendo la sonrisa resignada que le dedicó el Olimpico al oírla- es cómico, lo sé, pensar tal cosa es gracioso, pero...- se derrumbó la sonrisa que había forzado para disfrazar la tristeza de la mirada- pensé que encontraría la forma de... de burlar la orden de Zeus y regresar- resumió las noches en vela soñando despierta sus fugas- o como mínimo, que me dejaría saber dónde está, que volvería por mí o me llevaría con él, no que simplemente desaparecería- concluyó y tragó con dificultad riendo por lo bajo- no es que me importe, claro está, incluso me digo que es absurdo haber creído eso- continuó aguándosele los ojos y con una sonrisa ya rota en los labios, negó repetidas veces hasta que Apolo la tomó del rostro- Momo es la burla, claro que se iba a burlar incluso de los sentimientos, que cómico se torna todo, ¿no?- ironizó con una risa seca y dolida- es tan divertido arrancarle las ganas de reír a la comedia- insistió con la voz quebrada, cerrando los ojos, dejándose calmar ante su roce- no lo culpo, debió parecerle divertida la idea de hacerme llorar entre sueños, es un estado otorgado por uno de sus hermanos, uno dónde estoy indefensa y no podré reprimir las lágrimas y volverlas risa, ahí soy vulnerable y ahí tendrá el mejor espectáculo de la vida al verme llorando por él, ¡ah que risas se ha de echar!- renegó ya molesta- pero bueno, riamos, riamos Apolo, ¡por el amor, el maldito amor prohibido y fallido!- insistió soltando a reír hasta cerrársele los ojos y escaparse dos de las lágrimas que había contenido

Y a esas dos, le siguieron el resto que la hicieron hundir el rostro en él, dejándose consolar por su roce incesante en el cabello, tarareando alguna melodía inconclusa que la hacía imaginarse dando piruetas, saltando al vacío, volando sin alas, y era una sensación que adoraba, una que poco a poco estaba regresándole la calma al sentirse tibia; Apolo destellaba dedujo, porque toda esa zozobra se volvió parodia, comedia y burla como para reír por lo bajo por lo absurda que era la vida y reír aplacaba el dolor de su patetica situación

No era comedia, era entretenimiento. Alegría de algún modo, solo que falsa, temporal. Mientras durara la función todos reían, todos disfrutaban, el reflector ocultaba la tristeza de la mirada al volverla destellante ante la luz y el espectador salía soñando despierto el tiempo que durara la fascinación, dependía de cada quien, pero tarde o temprano se pasaba, eran unos farsantes, alzó el rostro dejándose acunar el rostro y secar las lágrimas y le sonrió divertida de esa idea

-Somos unos farsantes- comentó divertida de la situación, la realidad, sin duda era graciosa, de un humor negro, pero humor, a fin de cuentas

-No, somos artistas, capaces de darle al público, lo que quiere ver- le contradijo correspondiendo su sonrisa, antes de besarle la frente y quedarse abrazándola hasta verla conciliar el sueño

Recogida a su lado, la musa dormía sin saber la duda que le había dejado a su patrón sobre la anónima ansiada, como para no lograr dormir y optar por velar su sueño... exhaló resignado al verla sonreír entre sueños... al menos ahí era era feliz, ahí sonreía de verdad y eso le bastaba... porque eso eran, amigos capaces de adorarse como nadie y alegrarse de verle esos fugaces momentos de tregua en que se le permitía a la comedia, para quitarse la careta y ser feliz de verdad... casi siempre después de momentos como esos, como para atraerla hacia él y por piedad de Hypnos, dormirse él también, al despertar, volverían a ser musa y patrón, pero ya no necesitados de esa cercanía

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