Capítulo 3)La vida perfecta

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  SEB! –los tacones de Fleur Defoe resonaban en el pasillo de piedra en sus prisas por alcanzar a su hermano.

        –Ahora no, Fleur.

  Su hermana lo agarró del brazo, jadeando por la carrera y rebosante de preocupación y curiosidad.

          –¿Qué ocurre?

            Seb esbozó una sonrisa irónica y se apoyó en la pared.

        –Ojalá lo supiera.

  ¿Se había enterado ella de la boda y había decidido boicotearla? ¿O estaba actuando por encargo de alguien? A Seb no le faltaban enemigos, y más de uno estaría encantado de cortar sus relaciones con la familia real.

         –La gente se está haciendo preguntas, Seb.

      Él arqueó las cejas.

    –Y respondiéndolas, supongo.

  –Se preguntan si va a celebrarse la boda.

  –O puede que esté loca, sencillamente –murmuró él, apartándose de la pared y reanudando la marcha.

          –¿Qué?

      –No, no va a haber boda –respondió mientras se quitaba la corbata.

          –¿Estás bien?

  –Sí –¿sería casualidad que las negociaciones con Medio Oriente se encontraran en una fase extremadamente delicada? La familia real era relativamente progresista y de mente abierta, pero media docena de sus miembros habían asistido al escándalo...

  Intentó no rememorar la escena, pues no podía permitirse perder los nervios. Necesitaba tener la cabeza despejada para salvar el contrato de su vida, y para ello necesitaba atenerse a los hechos y saber que no lo esperaban nuevas sorpresas... Ya habría tiempo para encargarse de la pelirroja, o incluso de besarla, pensó al recordar sus carnosos labios.   Una imagen de su rostro apareció en su mente. Era increíble lo bien que la recordaba después de tanto tiempo.

                   –¿Cómo la conociste? –le preguntó Fleur.

          –¿A quién?

  –A Mari, la hermana de Mark.

         Seb se detuvo y se giró hacia su hermana, quien tuvo que frenar en seco para no chocarse con él.

      –¿Mark? ¿El chico del mes pasado...?

  Frunció el ceño al recordar los rasgos del joven. Los amiguitos de Fleur eran todos iguales, pero aquel se había mostrado especialmente ansioso por dar una buena imagen. Con una sonrisa infantil que seguramente le daba buenos resultados, había hecho el ridículo al intentar vender su última aventura empresarial.

  –Lo dices como si saliera con un chico cada... De acuerdo, lo admito –concedió su hermana con una mueca–. No duramos mucho. Corté con él cuando empezó a hablar demasiado en serio. Esa mujer, Mari, es su hermana melliza.

          –¿La conoces?

  –No, pero él me enseñó algunas fotos, y un pelo como el suyo es inconfundible... Pero ¿por qué me lo preguntas? Deberías saberlo si te has...

  –¡No me he acostado con ella! –exclamó Seb.

  –¿En serio? –su hermano la fulminó con la mirada y ella levantó las manos en un gesto de rendición–. Está bien, te creo.

La  Mujer PelirrojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora