DUELES TAN BIEN * MIN YOONGI X T/N

Capítulo 21.

Estaba un poco aburrida, ya no había nada que hacer, nada que leer y bailé lo suficiente con Seung hasta que casi nos rompimos las rodillas. A Seung se le ocurrió la idea de salir con una amiga en el parque que quedaba cerca e ir a comer helado, aparentemente iba asistir también el hermano mayor de la niña.

Solo llevé mi celular y caminamos hasta el parque, ninguno de los dos quería agarrar un taxi. Cuando llegamos los dos niños se abrazaron y corrieron a jugar, mientras el chico y yo nos sentábamos en una banca viéndolos jugar, el chico y yo no éramos muy diferentes, los dos éramos callados, de vez en cuanto nos dirigíamos la palabra y solo sonreíamos mientras veíamos a los niños jugar o algunas cosas en nuestros celulares, también releía algunos mensajes que me mandaban las chicas de vez en cuando, al parecer todo iba muy descabellado allá, pero sobre todo, me dolía de la forma tan seca con la que les respondía, antes solía escribirles con ánimo y con muchos chistes, ahora siento que si les contesto me derrumbo, no me entiendo ni yo misma, solo quisiera no depender tanto de las personas. Me daba un poco de angustia ver como ahora les respondía con palabras de tres o cuatro letras o con emojis, me sentía tan hipócrita, con tantas ganas de llorar todo el tiempo, literalmente sentía el ardor en mi nariz de la nada y todo el tiempo sentía como mis ojos estaban llenos de lágrimas incluso a veces se caían sin yo darme cuenta, solo era cuestión de tiempo ¿no?, creo que podría aguantar más, no voy a dejar a los niños que cuido solos, no quiero dejar de ver a través de mis ojos, en carne y hueso todo lo que hacen mis dos locas, mis únicas locas.

Tenía tanta impotencia, era indescriptible lo que sentía, el vacío en mi corazón que me arrastraba hacia una esquina de una negra habitación y el único rayo de sol daba justo en mis ojos, me cegaba completamente y me hacía llorar tanto, todo el bendito tiempo, mi alma me hacía gritar de dolor, por algo las personas depresivas prefieren el dolor físico que el emocional, el dolor físico llega a ser placentero, demasiado, más que un castigo se sentía como algo que deleita el alma destruida, que le da descanso al cerebro y al corazón de tanto dolor en el alma.

-Qué te pasó en la cara?- Preguntó de repente el chico y no niego que me asustó la pregunta. No recordaba a mi ojo herido, que pena.

-Nada, una discusión...-Sonreí logrando una mueca demasiado deforme.

-Ajá.... Perdón si te incomodé.

-No. Está bien.

-Si necesitas ayuda, mi papá trabaja en la policía; si quieres puedo darte su número, dile que eres la niñera de los padres de Seung...

-Muchas gracias... Pero no es necesario.

-Igualmente si necesitas algo este es su número-Pidió prestado un lapicero a alguien cerca y lo anoto en una servilleta.

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Me preguntaba lo mismo de siempre, ¿algún día mejoraría?, a veces podía razonar y decir que no era bueno para mí sufrir de esa manera, pero sabía que no lo lograría, no tenía esa capacidad de salir adelante, desgraciadamente me gustaba mi refugio de soldados de 1 a 12 años, mi distracción de lectura y mi escudo peludito, mi cobija; si pudiera me quedaría ahí para siempre, eso es lo que hago.

Después de un rato que vi que era tarde fuimos a comer helado, el pago la mitad y yo la otra mitad, con Seung caminamos a casa con un poco de música mientras intentábamos no parecer tan ridículos bailando por la calle. En una de las calles el bar de aquella noche se notaba a simple vista, era grande, había mucha gente y sorprendentemente pude ver al viejo verde de la vez anterior, si no estuviera Seung seguramente; sobria lo patearía aún mejor. Es broma, todos saben que me da miedo todo.

En vez de palidecer, aprete mi mandíbula y gesticule una sonrisa, caminé un poco más rápido y bailé al compás de la música importándome poco la gente, con tal de que Seung no se diera cuenta de mi nerviosismo, si, el señor me había visualizado y venía directo hacía a mí y no venía solo, ya decía yo que en algo malo debía de estar metido, o simplemente era rico, venía con dos hombres fuertes, no diría que no me intimidaba.