1. El Comienzo

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Cayeron de espaldas contra sus sábanas arrugadas, disfrutando del silencio húmedo durante un largo momento. Este era el momento que Bulma había estado esperando; si esperaba demasiado, él simplemente se levantaría y se iría a su habitación sin decir una palabra, como lo había estado haciendo durante el último mes.

A ella no le había importado eso al principio. Su primera vez había sido el resultado de una gran discusión sobre él gritándole a su padre sobre la Sala de Gravedad. Fue increíblemente divertido, pero cuando terminó se sintió bastante incómoda. Ella no supo qué decir y se sintió aliviada cuando él se fue. Honestamente, se había sorprendido cuando él regresó la noche siguiente en busca de más.

Durante el día, las cosas no habían cambiado mucho entre ellos. Se topaban en su camino de vez en cuando, cortándose el uno al otro o arreglándoselas para ser civilizados. Nadie sabía que él se colaba en la habitación de ella durante aproximadamente una hora cada noche, y ninguno de ellos parecía estar interesado en divulgar esa información.

Aún así, luego de un mes completo de aventuras nocturnas, las cosas entre ellos se sentían extrañas. Estaba bien si se mantenía casual pero ella... había comenzado a sentirse un poco usada. El hombre aparecía, tomaba lo que quería y se marchaba. Bueno, no era como si él la dejara como un simple objeto, en realidad, él había sido el único hombre con el que había estado que no solo se aseguraba de que ella terminara todas las noches, sino que parecía tomárselo como algo personal. Una noche, ella estaba más cansada de lo que esperaba y decidió fingir, pero él lo supo de inmediato. Entrecerró los ojos hacia ella, la arrastró hasta el borde de la cama e hizo cosas con la lengua que ella ni siquiera sabía que eran posibles. Ella se corrió fuerte esa noche, dos veces por si acaso, y luego él se fue con una sonrisa en su rostro.

Pero ahora ella quería más. No es que ella quisiera una relación o un compromiso, tal vez solo una conversación sería agradable. Lo sintió moverse y supo que se estaba preparando para irse.

—¿Qué estas diciendo?

—¿Mmm?— resopló congelándose.

—Durante el sexo. Empezaste a hablar pero yo no hablo tu idioma. ¿Qué estabas diciendo?

—Es Saiyago— contestó encogiéndose se hombros.

—No jodas Sherlock, no pensé que hablaras portugués o algo así. ¿Cuál es la traducción?

—Cosas sin sentido. Eres de los que hablan incesantemente cuando te están jodiendo.

Ella resopló.

—¿Qué?— preguntó confundido.

—Wow, que elocuente. ¿No podrías usar una palabra más romántica?

—¿Lo dices por lo de joder?— levantó una ceja —¿Eso te hace sentir incómoda? No parecías incómoda con el concepto hace diez minutos cuando estabas inclinada sobre...

—Ugh, no importa, no sé por qué quería hablar contigo.

—¿Por qué querías hacer eso?

—Es lo que hace la gente, Vegeta— puso los ojos en blanco —Tienen sexo y luego platican en la cama.

—Eso suena ridículo. A menos que estés comparando notas para que la próxima vez sea más agradable el encuentro.

Ella suspiró, cruzándose de brazos —Solo vete. Te veré mañana.

Él se levantó de la cama y se estiró, poniéndose los pantalones de chándal y la camiseta sin mangas para regresar a su habitación. Se detuvo con la mano en el pomo de la puerta y luego se volvió hacia ella —En Vegetasei, después del encuentro, los Saiyajin juntaban sus colas de punta a punta.

Charlas de Habitación | VegebulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora