Charlas de Habitación | Vegebul

36. Un estudiante duro

Después de veinte años como profesora privada, Janette Perry había tratado con una buena cantidad de niños ricos. Sabía que había un tipo muy específico de familia que no quería que se les enseñara a sus "ángeles preciosos" ni en la escuela pública ni en la privada. Hubo algunas variaciones; estaban los niños que realmente necesitaban atención especial por razones de salud, los mocosos tontos o perezosos y mimados que solo querían aprender cuando les apetecía y los delincuentes que las escuelas no querían. Pero era difícil leer Trunks Briefs.

El niño era inteligente, ciertamente, hasta el punto de que ella realmente no creía que tuviera sólo cinco años. Ella nunca le había enseñado a alguien tan joven como decían que era. Por lo general, atendía niños alrededor del tercer grado. Ella sospecharía que estaban mintiendo sobre su edad, pero en realidad no había ninguna razón para hacerlo. Todo el mundo sabía que había nacido antes de que la rica heredera y su marido se casaran; lo habían traído a la ceremonia.

Hizo su tarea antes de aceptar el trabajo y sabía que a él le habían negado la admisión a la Academia Milford por "delincuencia", aunque el hombre que había presentado su negativa se había negado a hablar con ella al respecto para explicarle más. Ella no entendía cómo él había podido ser delincuente incluso antes de inscribirse.

Por lo general, sólo veía al niño; su madre pasaba sus mañanas trabajando para Capsule Corp. y esperaba encontrarse con el padre del niño de vez en cuando, pero los únicos indicios de que estaba en la casa, generalmente, eran fuertes golpes detrás de una puerta de metal a la que Trunks se refería como la "Sala de Gravedad". Había visto al hombre una o dos veces y normalmente vestía ropa deportiva, por lo que supuso que tenía algún tipo de gimnasio en casa que usaba para mantenerse en forma y mantener interesada a su rica esposa.

El propio niño la ponía nerviosa. Principalmente se desplomaba contra el pequeño escritorio que compartían en su habitación, escuchándola con una expresión aburrida en su rostro. Esa información era bastante extraña por sí sola, pero lo que era más extraño era la rareza de sus respuestas. Había lagunas en su conocimiento donde no debería haberlas. Unas semanas antes, había cubierto brevemente física elemental con él. Al principio pareció muy interesado cuando ella le explicó los conceptos básicos de la resistencia al viento y la aeronáutica. Ella le mostró diagramas de huesos de aves y por qué eran capaces de volar, luego él le hizo una pregunta extraña.

—Señorita Janette, ¿tengo los huesos huecos?

—¿Mmm?— ella preguntó con un poco de duda —No, ciertamente no.

—Entonces, ¿cómo es que puedo volar?

Ella sacudió la cabeza con desaprobación —Trunks, los seres humanos no pueden volar.

Él simplemente se encogió de hombros y se dejó caer contra su escritorio —Quizás usted no pueda.

¿Tenía el niño problemas mentales? Quizás por eso decidieron no inscribirlo en las escuelas tradicionales. Él podría simplemente estar mintiendo, pero la forma en que nunca insistió en los delirios o lo que fuera que fueran la molestaba. Él simplemente le informaría que estaba equivocada y seguiría adelante. Declaraciones como "nada puede vivir en el vacío del espacio" fueron recibidas con un bufido y un "mal", pero no dio explicaciones.

Pero sobre algunas cosas ella simplemente no permitía discusiones. La velocidad de la luz fue la colina en la que eligió morir. Normalmente, ella nunca intentaría enseñar algo tan avanzado a un niño tan pequeño, pero él había estado haciendo más preguntas sobre el espacio recientemente y ella quería satisfacer el interés.

—Entonces, si algún día alguien pudiera viajar a la velocidad de la luz, ¡podríamos llegar al final de nuestro sistema solar en sólo unas cinco horas! ¿Qué tan asombroso es eso?