Donde Gianira Black es expulsada de su tercera escuela de magia y obtiene la oportunidad de estudiar en el lugar de sus sueños.
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Donde Gianira Black se da cuenta de sus sentimientos por cierto pelirrojo e intenta esconderlos para protegerlo de su c...
- ¿Ya tenéis todo en los vagones? - Pregunta la pelirroja hacia nosotros con voz preocupada.
Todos asentimos tratando que la mujer no se preocupe en sobre exceso. Esta mañana nos levantamos temprano para ir en dirección a Kings Cross y así poder montarnos en el expreso a Hogwarts, que como todo en el mundo mágico se encuentra oculto a los ojos de los mortales o muggles como son llamados aquí. Hay que decir, que la forma en la que tienen oculto el tren escarlata no es muy convencional, puesto que este se encuentra detrás de una pared ubicada entre los andenes nueve y diez de la estación.
Fue muy difícil que me hicieran pasar si soy sincera, puesto que Fred y George tuvieron que hacer una de la suyas y ayudarme, por así decirlo, a cruzar, puesto que el primero me alzó en brazos, colocándome encima de su baúl y el de su hermano, mientras que el segundo agarraba mis cosas para cruzar sin avisarme siquiera.
Un brazo me agarra del hombro sacándome de mi ensoñación y me aleja de los demás, levanto la vista para tratar de averiguar de quién se trata, encontrándome con la mirada de los padres de mis amigos, que me dirigen una mirada de preocupación mezclada con seriedad.
- Gianira, ten mucho cuidado cuando salgas de los terrenos del castillo, allí no hay barrera que impidan la entrada de los monstruos.
- No os preocupéis, mi padre ya se ha encargado de eso- Comento con una sonrisa tranquilizadora hacia ambos pelirrojos, quienes me miran con el ceño fruncido ante mi respuesta- La tobillera que mi padre me envió hace dos días sirve para que no puedan detectar el olor de un semidios- Alego tratando de tranquilizarlos y de explicarles todo con claridad.
Estos asienten más tranquilos y juntos nos dirigimos hacia los demás que nos miran curiosos por la distancia que habíamos tomado para hablar. Le dedico una negación a los gemelos pelirrojos, recibiendo un puchero por parte del mayor, mientras que el menor suelta una risita al ver la reacción de este. Con una sonrisa divertida me acerco a ambos, para colocarme entre estos mientras observo como Molly y Arthur se despiden de los demás. Un brazo envuelve mis hombros acercándome hacia su persona, consiguiendo que mi brazo pase por detrás de su espalda y que deje caer mi cabeza en su hombro dejando que el olor de la colonia del pelirrojo entre por mis fosas nasales, haciendo contacto con mi pituitaria y relajando mi cuerpo en el acto.
- Y vosotros dos, portaros bien este año, y aprobad los timos- Comenta la pelirroja hacia ambos gemelos con voz seria y en tono enfadado.
- No te preocupes mamá, este año tenemos a la pequeña Gianira con nosotros ¿no? - Comentan ambos a la vez con una sonrisa divertida en sus rostros.
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El movimiento del tren provoca que acabe tumbada en los asientos del vagón con la cabeza apoyada en el regazo de Fred, quien se dedica a acariciar mi cabello tratando de darme el confort que el mareo me quita. Un problema que siempre he tenido es que me mareo con mucha facilidad en todos los tipos de transportes, pero los que siempre he llevado peor han sido los barcos (algo que es irónico teniendo el padre que tengo, pero que se le va a hacer). Mis ojos se encuentran cerrados, intentando pasar por alto el traqueteo que hacen las ruedas del tren al pasar por las vías y tratando de concentrarme tanto en el olor como en las caricias que me propicia el pelirrojo.
