49: Acciones imperdonables

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Jared:

El golpe en mi cabeza me sorprendió, escuché a mi madre gritar y maldecir a quienes me golpearon, entre dos hombres me sometieron y uno se quedó frente a mí.

—No puedo creer el nivel de violencia que ustedes tienen... —dije con una sonrisa— ¿Dios aprobaría esto?

De nuevo me golpeó en el rostro con puño cerrado, mi madre gritó de nuevo, miré hacia mi costado, ella estaba sometida bajo los brazos de un monje.

—Tontos... vienen aquí para adelantar su muerte... —respondió el hombre ante mi, en ese momento llegaron más personas, entre ellos el inquisidor, más viejo que hace ocho años, pero con la misma mirada venenosa.

—¿Creen que antes de matarnos podrían escuchar a uno de nosotros? —pregunté intentando ignorar el dolor en mi rostro

—No —respondió el inquisidor, ahora él estaba frente a mi— la última vez que te escuchamos sólo provocaste problemas...

—¿es por eso que me quieren muerto?

—¿Cómo sobreviviste?

—No fue gracias a ustedes...

De nuevo más gente llegó a la sala, pero no fue ningún eclesiástico, era Ivy... sosteniendo por la cintura a una vidente de piel oscura, y mi capa en su otra mano, al ver en su pasado hace unos segundos vi que ella pensó que algo me había sucedido y corrió hacia acá con la capa en sus manos.

Intenté levantarme pero por supuesto ellos no me lo permitieron.

—Por favor suéltenlo... —Ivy demandó— sólo escuchen lo que tenemos que decir...

—¿Qué puede ser tan importante? —el inquisidor preguntó

—Tenemos un vidente que habla con los ángeles... él puede decirles algunas cosas sobre... Dios, y unas cosas que los sorprenderán sobre nosotros los videntes... —Ivy fue quien respondio

—Si hay un vidente que hable con los ángeles hay otro que habla con los demonios...

Noté que Jonathan se acercó a Olivia para protegerla, él no estaba sometido así que lo pudo hacer con libertad.

Detrás de Ivy apareció el verdugo que me salvó la vida junto con más personas, que según consulté, los acababa de salvar de estar encerrados.

—¿Porqué no lo escuchan? —pregunté— a menos que tengas miedo a que diga alguna verdad... algún pasado oscuro... —me burlé— sólo yo puedo ver el pasado, descuida, no lo diré... pero debes dejarlo hablar, si después de eso no te convences... bueno, supongo que esta sala de oraciones se convertirá en un sangriento pandemonio...

El inquisidor accedió, noté su rostro rojo de furia. Quizá no se atreve a mostrar su verdadero yo delante de tantas personas.

Me soltaron y me dejaron poner de pie, de igual manera soltaron a los demás, y todos se reunieron alrededor de la tarima, unos detrás de otros y en un desorden total. Yo me quedé a un costado de la tarima y observé a Ryan subir en su paso lento y tranquilo.

Ya que Ivy llegó casi al último estaba al final de la multitud, ella intentaba acercarse pero no podía abrirse paso, hice un movimiento para ir con ella, pero al dar un paso los hombres que antes me sostenían me detuvieron... así que no me están sosteniendo pero ¿aún así estoy sometido? Que basura...

—Como escucharon antes... soy un vidente que puede hablar con los ángeles... —Ryan comenzó— Los videntes no venimos aquí con la intención de pelear, sólo queríamos salvar a nuestra amiga, ellos —Ryan me señaló y después a Ivy— rogaron que me escuchen con el propósito de que ustedes estén informados, a cambio de que ustedes nos dejen vivir en paz... yo les proporcionaría información sobre el creador, mi información es limitada, pero algunas cosas de las que puedo decir... los asustarán

Los Videntes [En edicion]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora