3: Un Oscuro Pasado

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—Entonces ¿qué puedo hacer por ti? —preguntó, su voz era hipnotizante, quería que siguiera hablando todo lo que quiera, su acento era británico muy remarcado y profundo. Siempre amé ese acento— ¿quieres una limpia, amarres de pareja, romper un maleficio?
— ¿No eres psíquico? ¿No deberías saber qué hago aquí? —respondí con más cuestiones mientras me sentaba frente a él.

Dibujó en su rostro una sonrisa sin mostrar sus dientes, debo confesar que su sonrisa era adorable, con unos labios delgados y pálidos.

—Es cierto, pero el propósito de preguntar es: que la persona aclare y ponga en orden su propósito y sus dudas. Y si tengo que contestar yo por ti, diría que ni tú tienes idea de qué haces aquí.
—Quizás se me olvidó por la larga espera.
—Sólo has estado aquí 56 minutos.
— ¿Cómo...? —comencé a preguntar, pero quizás tenía una cámara hacia la sala de espera, y él me respondería "yo lo sé todo porque soy un psíquico", su sonrisa se torció, no sé si se está burlando de mi o está alardeando
—Si aún no decides puedo leer tu mano —él ofreció.
—Amm... si claro —encogí los hombros y estiré mi mano derecha.
—Mano izquierda —ordenó, torcí la mirada mientras cambiaba mi mano, él la tomó, su mano era suave a pesar de ser hombre, estiró mis dedos y recorrió las líneas de mi palma con sus yemas, por un momento alejó su mano de la mía para levantar un poco su capucha para ver mejor, yo lo agradecí pues ahora podía ver su rostro completo y sus rasgos finos, era muy delgado y su piel era pálida, sus pestañas eran escasas pero largas y rizadas, su nariz afilada, me inquietó una extraña cicatriz en su ceja, pero no podía verla completa, me distrajeron sus ojos fijos en mi mano— Mira esto... eres una persona que retiene mucho sus emociones —dijo recorriendo con su dedo la línea horizontal que estaba bajo mis dedos— gozas de buena salud, gustas por la aventura, y tienes entusiasmo por vivir.

—No eres tan brillante, he visto artículos en internet para aprender quiromancia, y cualquier persona que viene a Las Vegas es una persona en busca de la aventura.

—Adoro los escépticos, pero tú más que nadie debería saber que en este mundo hay personas especiales y dotadas ¿Cierto Ivanny? —Cuando arrastró las sílabas de mi nombre fruncí el ceño, yo no le había dicho mi nombre— Tu escepticismo es irracional, aunque eso no responde la pregunta ¿qué haces aquí? Quizás sólo quieres saber quién eres, déjame recordártelo —se quitó su capucha liberando un rebelde y delgado cabello rubio, pude ver su cicatriz de la ceja derecha la cual se extendía por el costado de su frente, me habría impresionado de lo guapo que es de no ser porque me daba tanto miedo su expresión — Ivanny Flynn: huérfana desde los tempranos 15 años, servicios sociales no supieron manejar tu especial situación y te encerraron en un hospital psiquiátrico, saliste a los 18 y a los 20 te metiste en problemas y terminaste presa hasta que saliste en libertad condicional, pero la violaste al venir aquí con documentos falsos ¿Me equivoco? —Jared dijo entre dientes, llena de pánico alejé mi mano de la de él y me levanté, no sé qué pensé al venir aquí, pero Jared me asustó tanto que me provocó a salir corriendo de ahí tropezando por los altos tacones, ni siquiera miré atrás, si lo volvía a mirar comenzaría a llorar. Vine aquí tratando de olvidar mi pasado y mis errores, y ahora él lo sabía.

No puedo quedarme en Las Vegas.

No puedo regresar aquí.

***

Jared

No quería asustarla, pero para que una persona salga adelante, así como ella quería hacerlo, debe enfrentarse a su pasado y aceptarlo, porque eso lo hace quien es en el presente, sólo así lo superará, quizás no será hoy, ni será mañana, pero algún día me lo agradecerá.

No obstante, de todas las personas a las que he asustado al saber su pasado de este modo, era a ella a quien menos quería asustar ni lastimar, ella era como yo, no sé qué habilidad tenía, no tuve tiempo de verlo, pero era una vidente, y no sé a qué vino, quizás sólo quería un poco de ayuda para organizar su cabeza, y yo la asusté; en estos momentos quisiera tener la habilidad de mi amigo Paix para poder leer su mente.

Con un suspiro froté mi cabeza con mis manos, sentía una migraña próxima, hoy fue un día muy pesado. Me levanté para apagar las luces exteriores y así ya nadie más entraría, abrí las puertas de un estante de madera con puertas de madera para que su interior no sea visible para los clientes ni para mi madre. Ahí escondía mis sustancias anti-estrés, saqué una copa donde me serví whisky solo y lo tomé de un solo trago, dejé que el ardor recorriera mi cuerpo y llegara a mi cabeza, serví un poco más, de nuevo lo tomé al fondo, no me pondría ebrio esto, pero calentaría mi sangre. Me coloqué la capucha para salir asegurándome de llevar conmigo mi caja pequeña con mi tesoro.

Caminé por las calles sintiendo todas las miradas aplastarme, siempre recibía muchas miradas, me había acostumbrado a recibirlas y no avergonzarme o intimidarme, pero el día de hoy esas miradas las sentía fulminarme. Por suerte tengo la capucha para cubrir mi rostro.

Llegué a uno de mis lugares favoritos, aquí no había luces ni gente y el aire era fresco.

Abrí mi pequeña caja y saqué el cigarro improvisado con un poco de hierba, lo coloqué entre mis labios y lo encendí, sentí las sustancias inundar mi sistema de inmediato, amaba esta sensación

—Alguien comenzó sin mi —Paix salió de entre la oscuridad.
—No sé porque te sorprendes, siempre comienzo sin ti "siempre llegas tarde"—dije la última sentencia en mi mente, sé que de todos modos lo escuchó.
—El tiempo sólo son números creados para esclavizarnos.
—O quizá para orientarnos.
—pero...
—Paix, Si te lo explico lo cuestionarás todo y terminarás con tu misma opinión, no estoy de humor hoy para escuchar tus argumentos —suspiré.
— ¿Mal día?

Asentí y le ofrecí el porro a Paix exhalé el humo que estaba manteniendo en mis pulmones por unos segundos.

— ¿Has ido a algún bar que ofrezcan algo nuevo por aquí? —pregunté.
—No quieres beber hoy, mañana es sábado, tu madre no te dejará faltar a tu trabajo.
—Sólo quiero un trago.
—Nunca quieres un sólo trago, tienes un problema con el alcohol.
—Y tú tienes un problema con la hierba.
—Pero yo no lo niego...

Torcí la mirada y pedí el porro de regreso.

—Bueno ¿me acompañarás? —pregunté.
—No tengo ni un centavo.
—Sabes que yo pago —Dije conteniendo el humo "siempre pago" agregué en mi mente, él rió y asintió.

Una de las razones por la que uso la capucha de mi túnica es -aparte de cubrir mis cicatrices- para mantener mi identidad, así como un súper héroe, cuando no la tengo puesta las personas no me reconocen ni me miran de forma extraña, no es que sea famoso, pero en Las Vegas somos muy conocidos, y odio ser conocido como "El Vidente" no es agradable, quiero ser una persona normal, es cierto que amo mi dón, pero quiero que la gente me trate como persona normal. Entonces cuando decido salir a divertirme mi túnica se queda en el auto o en casa.

Estando en Las Vegas es tan sencillo ganar dinero, y más si eres vidente, y con la habilidad de Paix somos geniales, jugamos al Poker, Paix al leer la mente de los jugadores gana mucho dinero y lo dividimos, porque:
1- Es mi dinero el que invertimos y
2- Yo le estoy enseñando a manejar su habilidad.
Al igual que a muchos, pero Paix es el único que se ha quedado y que ha sido mi amigo, leyó mi mente cuando pensaba que él era genial y que quería ser su amigo y decidió quedarse. Ahora a tan solo dos meses de conocernos somos como uña y mugre, ambos nos conocemos perfectamente, yo vi su pasado y él lee mi mente, somos la pareja perfecta.

Después de ganar lo suficiente dividimos el dinero en tres, una parte para Paix, otra para mí y el resto para alcohol y chicas en esta noche.
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Los Videntes [En edicion]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora