Dios de la muerte de Nueva York -HIATUS-

Capítulo 1

Natasha Romanoff hojeó el expediente relativamente escaso que el director Fury acababa de entregar. Realmente no había mucho que indicara que el objetivo fuera extraordinario de alguna manera. De hecho, el archivo parecía sugerir un individuo relativamente común.

Hombre de 30 años, 181 cm de estatura, 165 libras, médico general que dirigía su propia clínica familiar en un pequeño pueblo tranquilo a unas pocas millas al sur de la ciudad de Nueva York. 4.8 estrellas en Yelp Reviews, parecía que la gente pensaba bien de sus servicios.

Había venido a Estados Unidos para obtener su título en la Escuela de Medicina de Stanford a través de una Visa Einstein e inmediatamente recibió la ciudadanía cuando se graduó. Sin esposa o novia destacada, solo un padre y dos hermanas que aún viven en Japón.

El puntaje de crédito estaba muy por encima del promedio para un estadounidense, nunca tuvo un pago atrasado o un préstamo a pesar de tener una casa. Sin presencia en las redes sociales, solo una cuenta de correo electrónico conocida utilizada principalmente para comunicaciones relacionadas con el trabajo.

Sin antecedentes penales en los Estados Unidos, su país de origen, Japón, ni en ningún otro lugar. Ni siquiera una multa por exceso de velocidad o una citación por cruzar la calle imprudentemente.

Ok, tal vez eso último fue un poco sospechoso. Según la experiencia de Natasha, nadie estaba tan limpio sin esforzarse. Los aficionados trataron de evitar cualquier mención pensando que les ayudaba a evitar la atención de la autoridad, sin saberlo, atrayendo más atención sobre sí mismos por ser tan impecables.

"Este tipo parece totalmente normal en comparación con las otras personas en la lista", dijo cuando terminó de leer rápidamente los documentos. "¿Qué te llamó la atención de él?"

Su jefe se frotó el pulgar distraídamente contra el parche en el ojo, uno de los pocos tics inconscientes que tenía cuando estaba molesto con algo. Circulaban muchas historias susurradas entre el personal de SHIELD sobre cómo el maestro de espías había perdido el ojo.

La mayoría ignoró las teorías más extravagantes y las atribuyó a una serie de misiones de operaciones clandestinas en las que el director había formado parte durante sus días como agente de campo activo. Natasha había escuchado personalmente una historia particularmente divertida que involucraba una invasión alienígena secreta a principios de los 90 que resultó en la necesidad de Fury de un parche en el ojo.

Ese rumor había venido de un Phil Coulson serio. Era un testimonio de la trampa de acero del hombre como la personalidad de que Natasha no estaba segura de si debería tomarlo en serio o no. El humor seco del hombre podría desencadenar una sequía durante un monzón.

Phil disfrutó confundiendo los problemas más básicos con subterfugios, cosiendo verdades inesperadas e hilando mentiras indistinguibles en una red falsa que se extendía en capas tan profundas que uno tenía que preguntarse exactamente qué tan alto era realmente el permiso del hombre. Nadie lo sabía con certeza, ni siquiera Natasha.

El actual estado de irritación de Fury probablemente tenía algo que ver con su no deseada visita a Stark a primera hora de la tarde. El Invencible Iron Man siempre parecía ser capaz de meterse bajo la piel del normalmente imperturbable Director.

Tony tenía el tipo de personalidad que disfrutaba irritando a los demás y se alimentaba de su reacción. Era un hijo varón genio multimillonario, brillante, excéntrico y un idiota molesto.

Natasha lo sabría, había trabajado encubierta como una de sus secretarias durante meses para que los ojos de SHIELD entraran en las redes de JARVIS sin que la IA detectara su intrusión. A pesar de su férrea disciplina, incluso ella había estado a punto de clavarle un lápiz en la cuenca del ojo, maldita sea la misión.