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O17

CAPÍTULO DIECISIETE

—Estaba en los baños. —dijo. Empujó a HanJi afuera— Tendrá un castigo de cuatro meses en adelante, horas extras en la cancha y limpiara los vestidores masculinos durante todo el año, incluyendo los retretes.

—¡Noo! —rogaba— Todo menos eso, tío Yoon.

—Y tu padre sabrá de esto. No la pasaras nada bien, hijo.

Kang sintió algo de lástima de HanJi, lo conocía desde que era pequeña, y volver a verlo luego de años le hizo sentir culpable de no haber estado para él. Se acercó a ambos de camino al bus y obligó al hombre a detenerse.

—YoonGi, no seas tan duro con él.

—Casi nos mete en problemas, Hae-in. —vociferó— ¿Piensas que debería ser blando? ¡¿Quién lo disiplinara, sino?!

—Quiere tu atención, eres su ejemplo a seguir.

—Por eso mismo le mostrare las consecuencias de sus actos, ahora no soy su tío, soy su profesor y no le daré un trato especial.

HanJi la vio y sonrió, no recordaba mucho de ella pues se fue cuando aún era un niño pequeño, pero siempre escuchaba a su padre hablar de Hee-in y su vida en Seúl como profesora de primaria, le decía que era hermosa, además de dulce y algo enojona. Hhm, como su madre.

En un suspiro de rendición, los tres subieron. YoonGi pidió que el autobús arrancara y obligó al menor sostener durante todo el viaje una tableta de notas en sus manos extendidas, sin opción a descansar. Frente a sus compañeros exhibía sus malas calificaciones, algunos se reían, y otros tenían lastima de él. La mujer pensó que en cierto punto se lo había buscado, pero por otro, lo entendía. HanJi necesitaba que alguien le pusiera límites, y ese era el Min.

( … )

—¿Cómo está NamJoon oppa? —preguntó.

Habían llegado luego de un extenso viaje de horas interminables, YoonGi despedía a los alumnos para que fueran a sus hogares y Hee-in saludaba a los profesores que emprendian viaje a casa. No tenía ganas de tomar el autobús o caminar, y YoonGi llevaba un auto cerca, por lo que estaba dispuesta a pedirle que la alcance. ¿Qué tenía de malo eso? Siempre iba en la parte trasera de la bicicleta, lo abrazaba por atrás mientras reían y él decía: 'Me gusta darte un aventon.'

De su bolsillo sacó una cajilla de cigarrillos y prendió uno. El pelinegro metió las manos en sus bolsillos, miró al cielo con nostalgia. Cuando eran jóvenes encontró cigarrillos baratos en la mochila de Hee-in, ella dijo que fumaba para quitarse el estrés de los exámenes finales, pero sabía que le mintió, no era por estrés o ansiedad, era por un gusto propio que comenzó desde los quince años. No quería que nadie lo supiera, era su más íntimo secreto que solo su amado novio podía saber. Ahora que es adulta, parece darle igual si la gente del pueblo murmura de su vicio contaminante.

Expulsando el humo esperó la respuesta.

—Bien. —respondió— Tiene la biblioteca aún, le va bien.

—¿Se comunica con HanJi?

—Hace lo que puede, es difícil siendo él solo.

—Me pregunto por qué no se vuelve a casar… es tan apuesto y amable, seguro consigue alguien fácil.

—Las personas no se remplazan tan fácil. —detuvo el movimiento de sus dedos con el cigarrillo hacía sus labios cuando escuchó y sintió la agriedad de esas palabras llenas de rencor. Sonrió, arqueado una ceja.

—¿Lo dices por algo es específico? Porque te recuerdo, profesor Min, que el único comprometido en una relación eres tú, no yo.

YoonGi trago saliva, suponía que el algún momento ella lo iba a saber, era bastante obvio. Aún así, su corazón se aceleró con nerviosismo, volvía a ser un adolescente temiendo que su novia lo abandone. Los labios se abrieron con la intención de justificarse, ¿Pero por qué debería hacerlo? No hizo nada malo.

—Debo ir a casa. —susurró en hilo de voz— Te llevo.

—Estoy bien, gracias. —dijo ella, tiró el tabaco al suelo y lo piso con sus tacones— Envíale saludos a… —no recuerda su nombre.

—EulKi.

—A EulKi. —sonrió.