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CAPÍTULO UNO 

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CAPÍTULO UNO 


Hae-in camina por el pasillo de la escuela elemental saludando a los niños que pasan a su lado, éstos sonríen alegres al toparse con su maestra favorita. La amable señorita Kang Hae-in es una de las jovencitas más dulces que ha tenido la institución, es indulgente con sus alumnos, y ha tenido muy buenas referencias luego de salir de la Universidad con honores, su carrera en Literatura le abrió puertas al mundo del profesorado, y aunque su sueño principalmente era escribir historias que habitan en su cabeza, optó por algo más sencillo, tal vez, como educar a las futuras generaciones del país. Al principio pensó que no era lo suyo, sus amigas le decían que era estresante, y que podría cansarse al primer año, pero no fue así. 

Los niños le agradaban. Aunque para ser maestra no solo deben ser agradables, una tiene la obligación de ser dura con ellos a veces, y poner un límite en sus travesuras. La mujer suspiró, Seúl es una ciudad hermosa, llena de edificios y casi sin nada de ruralidad, el bullicio constante vuelve su cabeza dolorosa. Suele extrañar el aire pacifico de Daegu, vivía en la zona rural, donde predomina el campo, sus padres son dueños de una plantación de frutillas, la cual siguen administrando sin su ayuda. 

Ella decidió irse a sus diecinueve años, fue una decisión para nada imprudente, lo tenía decidido desde hace años. Tras irse, descubrió un mundo nuevo ante sus ojos, pese a que solían burlarse de su acento o la forma en que actuaba en ocasiones, era feliz. 

Esa mañana –un hermoso lunes de primavera— fue que Hae-in recibió una llamada nada grata. Un alumno de último año se acercó corriendo en medio del pasillo, acelerado. 

—Señorita Kang, la llaman de la sala de maestros. ¡Dicen que es urgente! 

Sus zapatos de punta resonando contra el suelo eran oídos por los alumnos, la veían pasar apresurada y murmuraba que era para recibir un regaño por nuevamente permitir que sus alumnos tomarán una siesta en medio de la clase. Pero no fue así, cuando llegó a la sala de maestros, su compañera y amiga le extendió el móvil de su zona. Lo tomó.

—Es tu hermana. —le susurró mientras llevaba el teléfono de cable a su oreja. 

—¿Sí, unnie? 

Oh, Hae-in, que bueno que contestas. —la oyó suspirar, su voz parecía estar al punto de un colapso nervioso— Hermana, necesito que vengas a casa lo antes posible. 

—¿Por qué? ¿Sucedió algo? 

Desde la última vez que estuvo allá, un día antes de su llegada a Seúl, nunca volvió a ir. Su familia era quien la visitaba algunas veces al año en su pequeño apartamento, incluso su hermana se casó en un hotel de allí para que no tuviera que ir a Daegu. Sus tres hermanos mayores y ella eran unidos, sus padres siempre les hicieron ver que debían serlo, porque en las buenas y en las malas solo la familia perdura. 

Con el corazón latiendo de los nervios, escucha lo que tiene para decir. 

Mamá tuvo un ataque cardíaco hace unas horas, fue internada pero... no sobrevivió. 

Su madre ha sufrido problemas cardíacos desde hace muchos años, fue internada múltiples veces por la misma razón, una y otra vez, mes tras mes... ahora, sabe que no pudo sobrevivir a uno más. Infarto agudo de miocardio, así es como se lo llama. 

Hae-In tragó saliva, el mundo se le cae a los pies, no siente que nada más importa. Cuando comienza a marearse, sus compañeros ven el rostro pálido que tiene y la ayudan a sentarse en la silla de su cubículo personal, ella no dice nada durante unos tres minutos, no tiene pensamientos, apenas puede respirar y es como si estuviera sufriendo un ataque de nervios. 

Vuelve a parpadear. 

—Estaré allí mañana. —dice en un hilo de voz. 

 

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hello, my first love! ➵ ʙᴛs;; myg [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora