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CAPÍTULO CUATRO 

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CAPÍTULO CUATRO 

Pasado un mes, Hae-in bajaba las cajas de mudanza de la camioneta en lo que sus hermanos mayores la ayudaban a instalarse en la casa. Fue duro decidir el camino, tenía cierto aprecio en la escuela donde ejercía, e incluso a sus compañeros de trabajo con los cuales tenía una muy buena amistad, le era doloroso despedirse de ellos. El día anterior, en su último día, algunos alumnos y profesores le hicieron una sorpresa, con un pastel incluido. Lloró tanto que no pudo evitar abrazar a cada uno de los presentes, se sintió muy querida, como si hubiera hecho el trabajo correcto. Fue tanta su emoción que hasta había olvidado los problemas que se le acercaban. 

JiHye le consiguió trabajo como profesora de secundaria, nunca trató con adolescentes, era nuevo. Estudio en dicha escuela, es donde terminó sus estudios y donde se divertía junto a sus amigos de ese entonces. Debería ser algo bueno poder volver a sus raíces, Daegu es una hermosa ciudad. 

Volviendo a la realidad, pudo ver a su padre sonriéndole desde la entrada, caminando con su bastón. No es que necesitará de uno todo el tiempo, pero a veces le dolía tanto la espalda y sus piernas que lo utilizaba como apoyo. 

—Me alegra verte, pequeña. 

—A mi también, ahjussi. —entrando a la casa, lo ayudó a sentarse en el cojín de la mesita del centro, al lado del sofá que casi nunca es utilizado— Me mudaré aquí por un tiempo no definido, cuidare de ti. 

Luego de la muerte de su madre, hace un mes y cinco días atrás, la salud de su padre empeoró, dicen que es por la tristeza de perder a su amada, él lo llama una vida sin ánimos. Pero tiene a su familia, y cree que será suficiente para salir adelante. Exhala, viendo a la nada misma, su hija acaricia la arrugada mano que tiene y lo ve atenta, esperando sus palabras. Puede que tenga casi treinta años, aunque incluso siendo una mujer adulta él la vería como su niña pequeña. 

—Tú habitación está limpia. —le dijo— Tú madre la había estado guardando intacta por si decidías volver en algún momento.  

—Hmmh —no supo exactamente qué contestar, un nudo se formaba en su garganta—. 

—YoonGi te dejó algo ayer, vino él mismo. 

—¿YoonGi, Min YoonGi? —parpadeó incrédula. 

Entonces, su padre sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña caja de terciopelo azul noche. La puso sobre la mesa de cristal, ninguno sabía bien de qué se trataba, parecía… no, no podía ser. Hae-in separó sus labios con sorpresa, y su mano se extendió para tomar aquel artefacto, dudó en su abrirlo, en si hacerlo o preferir fingir demencia. 

Hace unos años trabajó mucho tiempo extra en el puesto de libros a unas calles de la escuela para poder costearse un obsequio como éste, desde la hora de salida hasta las doce de la noche. Era una época especial, y ella quería darle a su novio un regalo que valiera la pena, al conseguirlo, YoonGi quedó anonadado viendo el interior de la caja. Prometió, lleno de emoción, conservarlo toda su vida, sin importar qué. A pesar de que ahora es donde ve el peso de sus palabras, su interior descansa tranquilo ante la idea de que, tras siete años, él pudo librarse de eso. 

De su unión. 

 

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hello, my first love! ➵ ʙᴛs;; myg [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora