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O2O

CAPÍTULO VEINTE

Ese día en la escuela el profesor Min de deportes se hallaba en la sala de maestros, no solía estar por esa zona, prefería ocultarse en el gimnasio durante los recesos o sus horas libres sin alumnos. Pero ese día fue diferente, muy diferente. La excusa fue que tenía ganas de café, se acercó a la máquina con una taza que decía: 'El mejor novio.' y dejó que el líquido cayera sobre esta, Hae-in se encontraba sentada en su lugar de siempre, corrigiendo evaluaciones, no levantó la vista en ningún momento pues pensaba que darle lo que busca es pertenecer a ese macabro juego de tira y afloja. Decidió levantarse de su lugar, tomó los papeles corregidos para guardarlos en el maletín negro que utiliza y salió de la sala. El paso de sus tacones es oído entre los alumnos, la ven pasar con una expresión diferente a la usual.

La señorita Kang está molesta.

Detrás de su esbelta figura femenina, un hombre no muy alto, de cabello negro y ropa deportiva camina lo más rápido que puede para seguirla. Había dejado su taza con café atrás, no le importó mucho luego de verla salir, pensó que seguirla sería obvio para todos, lo delataría, pero se olvidó de ello tras dos minutos pensándolo. Así que allí está, los adolescentes lo ven curiosos, y ella gira en el otro pasillo.

Apenas lo hace también, se da cuenta que el receso acabó. Los alumnos comienzan a irse, Hae-in suspira.

—¿Qué quieres, YoonGi?

—No, ¿Qué quieres tú? —da seis pasos hacía adelante, queda frente a ella— Me confundes, Hae-in. Por momentos me buscas, quieres mi atención, luego me odias, me quieres lejos. No entiendo nada, no hay nada de tí que yo pueda manejar.

—No me debes manejar, ¿Aún no lo entiendes? —en un destello de burla gira su cabeza a un lado, y chasquea la lengua— Mejor concéntrate en tu matrimonio, y no me hables tan libremente en la escuela, puede ser malinterpretado.

—¡Bien! —eleva el tono de voz, su cuerpo se tensa— Espero que disfrutes una vida tan agria, porque siempre alejaras a todos los hombres con ese puto carácter.

—No necesito de un hombre, patán.

—No, me necesitas a mi.

Lo dijo con tanta honestidad, él de verdad creía eso. Y Hae-in, por supuesto, nunca le daría la razón. ¿Qué es eso que ellos manejan? ¿Es amor o nostalgia? ¿Qué deberían hacer para cortar de una vez por todas el lazo que los une? Si su madre estuviera viva, ella le diría: 'Dale un helado, eso siempre arregla los problemas.' pues creía fielmente en que el helado podía unir a las personas.

Pero ni el mejor helado del mundo volvería a unirlos.

( … )

Cuando YoonGi llegó a su hogar, se sintió avergonzado de tener que ver a EulKi a la cara. Su prometida es una mujer buena, hermosa, e inteligente, aún no comprende porqué con esas cualidades –que Hae-in también tiene– no es capaz de amarla con la misma intensidad. ¿Qué las diferencia? A ambas el pueblo las atesora, son amables con todos. Puede que, por su 'aventura sentimental' le esté hiriendo los sentimientos a su prometida sin siquiera decir algo, con solo verlo, ella siempre que algo extraño ocurre, piensa que es el estrés, inocente, trata de ayudarlo apenas lo ve llegar del trabajo. Se sienta en el sofá, ella besa su mejilla y le dice unas palabras de aliento. Le habla sobre unos arreglos para la casa, una cena con sus padres y… una habitación que debe ser arreglada.

—¿Por qué debería arreglarla? ¿No es de huéspedes?

—Sí, ¿Pero dónde dormiría nuestro futuro hijo sino?

—Woah, espera, ¿Hijo? ¿De qué hijo hablas? —se aleja de su agarre sobre el sofá.

—Ya sabes, después de la boda nosotros… —sus ojos ven al pelinegro, y comprende algo— ¿No quieres tener niños?

YoonGi quiere tener hijos, pero no ahora. Anhela una familia tradicional, anhela ser feliz.