| Capítulo 18

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Él sólo me sonrió, como deseé poder leer sus pensamientos, no tenía idea como lo había tomado, quizás no había sido el mejor momento para decírselo, pero tenía que asegurarle que no estaba dispuesto a que esto se acabara, que había algo más que simple sexo, algo más profundo que francamente me estaba dando miedo, porque eso era lo que sentía ante la posibilidad de no volver a verlo, de que en algún momento recapacitara y me mandara al demonio para seguir con su noviecito y no sabía si podría tolerarlo.

Aceleró más sus movimientos y me apretó más fuerte las manos al llegar al orgasmo y después lo abracé fuertemente.

— De verdad eres maravilloso. — Susurré. Quería que estuviera seguro de cómo lo percibía, aunque no había palabras suficientes para describirlo.

Un ruido hizo que se levantara rápidamente provocándome cierto vacío. Era un policía y mientras hablaba con él, yo me retiré el condón y después caminé hasta él, cuando se volteó, se sorprendió de tenerme tan cerca, comencé a delinear sus labios y se resistió, me argumentó que los policías estarían esperando que se fuera y le aclaré que no sabían que yo estaba con él.

Me pedía con palabras que me detuviera, sin embargo, no hacía nada para impedirlo, seguía dejando que lo fuera recorriendo con besos y caricias, hasta que le aseguré que pasaría mucho tiempo antes de que volviéramos a vernos así que se rindió por completo. Entonces, lo besé apasionadamente, pero a diferencia de él, sin cerrar los ojos, quería ver sus expresiones, darme cuenta que tanto estaba disfrutando lo que le hacía, era la primera persona por la que realmente me preocupaba su completa satisfacción, incluso antes que la mía. Comencé a besar sus hombros y en automático se escucharon sus gemidos que me enloquecían, después lo coloqué sobre el escritorio y lo hice mío una vez más.

Perdí la noción del tiempo y no sé en qué momento nos quedamos dormidos.

Me desperté sobre las 4 a.m. cuando su móvil sonó, no pude controlar mi risa ante su grito de susto, se notaba que no hacía cosas prohibidas frecuentemente y me encantaba saber que conmigo se atrevía a todo, me miró un tanto molesto pero después su expresión cambió radicalmente y ahí supe quien lo estaba llamando. Maldito inoportuno. Sólo esperaba que le dijera que tenía un negocio que arreglar y no podía verlo para que así estuviera más tiempo conmigo.

— Que sorpresa, en unos minutos llego a casa. — Lo escuché decir y mi ilusión se desvaneció.

Estaba empezando a odiar a ese tipo, ¿por qué demonios no se largó con su princesa? Precisamente hoy tenía que se le tenía que ocurrir jugar al noviecito bueno e ir por Win.

Él quiso arreglarse la ropa así que se puso a buscar su ropa interior que yo había tomado del suelo. Lo miraba fijamente con mis brazos cruzados, él sólo atinó a levantar los hombros, ¿con qué esas teníamos? Yo me estaba convirtiendo en un completo idiota y él sólo me estaba usando para saciar las ganas que su novio no le satisfacía. Entonces, me negué a devolverle la prenda, esta vez, a diferencia de las anteriores, sí quería que discutiera con ese novio de mierda que tenía, aunque quizás ni se enteraría que él no traía medias, prácticamente no lo tocaba. Me pondría muy mal el hecho de que lo tocara con las asquerosas manos con las que tocaba a la otra. Win seguía suplicando que se las devolviera, me impidió salir de la oficina y me venció el tono de su voz.

— Cómo te gusta hacerme sufrir, no es momento de juegos, tengo que irme ya.

— Pues vete, yo no te estoy deteniendo.

— Dame eso de una buena vez.

— No, quiero conservar algo tuyo hasta que vuelva a verte.

— Pero eso no.

Libre hasta que tú apareciste en mi vida | BrightWin | Adaptación ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora