| Capítulo 34

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Sonrió de forma traviesa y soltó mis manos para desabrochar finalmente el pantalón y liberar mi miembro que sentía punzar. Se lamió los labios al verlo y lo tomó con una mano, comenzó a deslizar su mano hacia arriba y hacia abajo, acariciando la punta con la yema de sus dedos, lo que provocó que mis gemidos se intensificaran. Sentí su cálida lengua recorrerlo a todo lo largo sin dejar de acariciarlo con su mano, entonces no pude evitar tomar su cabeza entre mis manos. Win comprendió mi movimiento y lo próximo que sentí fue su boca absorbiendo mi erección, el grito de placer no se hizo esperar y él continuó devorándome de una manera exquisita, acariciándome a la par, proporcionándome un mayor placer. Yo no podía parar de gemir ante lo que me estaba haciendo y llegó un momento en el que ya no pude controlarme y comencé a mover mi pelvis para conseguir aún más placer. De pronto sentí que estaba a punto de llegar y se lo hice saber a él que retiró su cara y siguió acariciándome hasta que terminé.

— Te amo, Bright. — Exclamó con los labios rojos y me besó en los labios.

— Yo también te amo, no tenías que haber hecho esto.

— Sí tenía. Sé que no me engañarías, pero tampoco debo orillarte a hacerlo.

— Iluso, ya te dije que mi cuerpo no responde a otras personas.

— No debo tentar a la suerte, te quiero sólo para mí.

— Ya me tienes.

— Y debo de dar gracias y cuidarte. — Me dio un casto beso en los labios y dijo. — Voy a lavarme las manos.

Esa noche me quede a dormir de nuevo con mi novio. El domingo no salimos, lo ayudé a recoger el departamento mientras él lavaba la ropa. Comimos sándwiches y por la tarde le conté más de mi historia. Se sorprendió de la solidaridad de Tu y se avergonzó por pensar mal de ella. La emoción lo embargó cuando me escuchó decir la diferencia entre el sexo y hacer el amor, así que me besó apasionadamente.

Esa noche sí me fui a mi departamento porque al día siguiente tenía una junta muy temprano, pero no pude dormir bien porque la garganta me empezó a arder. La lluvia hizo estragos en mí y me dio una fuerte gripa, Winnie me estuvo cuidando y también cayó enfermo. Esos días terminé de contarle mi historia, al fin ya lo sabía todo, se habían acabado las mentiras y lo único que restaba era seguir viviendo el día a día juntos.

Finalmente ambos estábamos sanos, así que prepararía algo muy especial para pasar la noche después de tantos días de abstinencia, sólo esperaba que él tuviera las suficientes fuerzas para aguantarme el ritmo.

Abrí la puerta del departamento y me topé con Tu, quien de inmediato se rió al verme con el delantal puesto, yo la miré serio y cambió su expresión. Me dio un beso en la mejilla y entró.

— Que rico huele, ¿qué preparas? — Preguntó mientras cerraba la puerta.

— Ravioles, entre otras cosas.

— ¿Para qué quieres tantas rosas? — Inquirió al mirar los cinco enormes ramos que estaban sobre la mesa. — Ah, ya sé. ¿Win aún no te perdona?

— Si no te hubieras desaparecido tanto tiempo ya sabrías esa respuesta. — Respondí caminando a la cocina.

— Uy, discúlpame por tener una vida. Que humorcito. Todavía te tiene a dieta, ¿verdad?

— ¿Hasta cuándo pensabas decirme que con quien tú estás saliendo es Nani? — Pregunté ignorando su comentario.

— ¿Cómo sabes eso? — Exclamó extrañada.

— Porque hace varios días los vimos en el cine, pero estaban tan acaramelados que ni cuenta se dieron que mi novio y yo estábamos ahí.

— Esto era lo que quería evitar, tus reclamos. Quería que estuvieras listo para comprender la situación.

Libre hasta que tú apareciste en mi vida | BrightWin | Adaptación ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora